EL ARCO DE ODISEO. Mentiras cotidianas, por Marcos Muelas
Mi nombre es Loki y me llaman el dios del engaño y la mentira. Loki el tramposo y creador de caos. ¡Hasta me han llamado cosas peores! Mi larga vida está plagada de anécdotas, soy el alma de la fiesta. Soy imprescindible. ¿Quién si no pondría un punto divertido en Asgard, el reino de los dioses? Allí es un servidor quien planta a todos una sonrisa en los labios con sus travesuras. Puede que alguno lo niegue pero, en secreto, todos dan por hecho que es así. Siempre hay alguno que envidia mi carisma hasta el punto de desearme males y tormentos. Thor, mi medio hermano, sin ir más lejos, me la tiene jurada. Ingrato rencoroso, quería descalabrarme por una tontería. No tiene ningún sentido del humor. Le molestó que le cortara el pelo a su esposa Si total, el pelo vuelve a crecer. Maldito ingrato... ¿Acaso no recuerda que fueron mis artes del engaño las que le consiguieron una nueva cabellera a mi cuñada? Y gracias a esta aventura encima salió recompensado con ese tosco martillo que tanto ama.
En fin, sin quererlo soy víctima de mi propio ingenio. Un incomprendido desterrado de mi propio reino y sin embargo, esperan que esté allí cuando llegue el Ragnarok, el fin de todo. Reconozco ser víctima del mal de la envidia, pues de entre los míos soy el menos adorado. Malditos sea los mortales, por culparme de todos sus males. ¿Por qué solo se acuerdan de mí cuando pierden sus llaves? Señores míos, tengo mejores cosas que hacer que esconder sus llaves. Si, soy travieso, pero también un genio y no desperdicio mi talento en tales por menores. Lo mío es más el embauque, la trama refinada. Yo no robo, yo te convenzo de que me des tu caballo y me regales a tu mujer. Y tan bien lo hago, que al marchar te despides de mi agradecido.
¿Qué están mirando? ¿Se atreven a juzgarme por mis fechorías? Quizá deba usted hacer memoria. ¿Cuántas veces ha mentido hoy? Hagamos memoria.
Esta mañana le deseó los buenos días a su vecino. Sí, ese infeliz chapuzas amateur que usa el taladro en modo percutor en horas intempestivas. El mismo tuercebotas que abolla tu coche al abrir la puerta en el garaje. Y tú le deseas los buenos días en lugar de desearle el peor de los destinos. Ya has empezado a mentir y todavía no has llegado a salir de casa.
Llega al supermercado y un ciudadano descuidado le da en el tobillo con el carrito de la compra. Un abanico de lucecitas y estrellas palpitan de dolor. Y cuando el culpable de tanto sufrimiento le pregunta si está bien, usted responde que no ha sido nada. ¿Nada? Seguro que tienes algo roto y como mínimo un hematoma que no se irá en semanas. Y ante tal cascada de sufrimiento usted solo sabe mentir. Diga la verdad, por favor. Hágale saber que debería mirar por dónde va en lugar de ir mirando el móvil. Es más, debería recordarle que el mundo habría sido mucho mejor si sus padres no se hubieran reproducido. Pero no, usted prefiere mentir empujado por una falsa cordialidad
Y mayor delito tiene llegar a su puesto de trabajo obsequiando a sus compañeros y superiores con una falsa sonrisa. ¡Por amor a los dioses! No sea tan falso. Hágase persona de valor y exprese lo que de verdad siente. Tras otro día de peloteo y falsedad se despedirá de ellos al llegar la tarde. Ellos le invitarán a ir tomar una cerveza deseando que usted diga que no. A cambio usted mentirá alegando tener compromisos y ellos volverán a mentir fingiendo que le echaran de menos. Esa misma tarde, de camino a casa, recibirá dos llamadas de algún teleoperador y se librará de ellos alegando que no tiene tiempo de atenderlos. Nueva mentira. Por fin llega a casa. Se quita los zapatos y cuándo cree que llega el descanso merecido suena el teléfono otra vez. Es su amiga Maripuri, la que el novio abandonó por otra más joven y más guapa, que busca su dosis de consuelo. Como en anteriores ocasiones, más de las que puede recordar, usted le asegurará que todo se arreglará. Por supuesto que Manolo se dará cuenta tarde o temprano del error que ha cometido y volverá corriendo a sus brazos. Ya sabe, el mar de mentiras piadosas que nadie cree, pero que Maripuri necesita escuchar. Tras una hora de llamada ambas se despiden, prometiéndose un café que nunca se hará efectivo. Tiene la oreja sudada por el teléfono y le duele el brazo de tanto sostener el aparato. Sale de la ducha y se mira al espejo. "No estoy tan mal para la edad que tengo" asegura mientras mete barriga. Culmina así el día con la mayor de las mentiras, engañándose a sí mismo.
Yo soy Loki rey del engaño. La mentira es mi herramienta de trabajo y con ella me hice rico y famoso. Sin embargo, usted miente u omite la verdad a todas horas y de forma desinteresada. Si le pregunto por qué lo hace, ¿sabría responderme sin mentirme?
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