LOS SONIDOS Y EL TIEMPO. El despertar del Imperio del Sol Naciente, por Gabriel Lauret




A comienzos de otoño de 1989, a las pocas semanas de llegar a Bruselas para continuar mis estudios de violín en su conservatorio, tuve la oportunidad de asistir a un concierto memorable. Una orquesta japonesa, totalmente desconocida para mí pero que resultó ser formidable, ofrecía un concierto que dirigiría el mítico Seiji Ozawa, bajo el patrocinio de un, este sí, conocido gigante del motor asiático. La orquesta la integraban conocidos solistas, miembros de las mejores orquestas (entre ellos, uno de los concertinos de la Filarmónica de Berlín), profesores de prestigiosos centros educativos y unos pocos músicos occidentales, principales en las mejores conjuntos sinfónicos del mundo. Su jefa de violas, Nobuko Imai, interpretó unos días después como solista el concierto de Bartok con la Filarmónica de Moscú, para que se hagan idea del nivel. Esta orquesta llevaba el nombre japonés de Saito Kinen, que en español significa “homenaje a Saito”. Puede que ustedes se pregunten quién era Saito, en cuyo honor se había reunido aquella centuria de músicos extraordinarios. 


Hideo Saito nació en Tokio en 1902 e inició  su carrera como violonchelista. Tuvo la oportunidad de estudiar en Alemania con Julius Klengel y Emmanuel Feuerman, que cambiaron su concepción de la música y de su enseñanza. Consciente de las deficiencias de formación de los músicos japoneses y tras realizar el salto a la dirección de orquesta, concentró sus esfuerzos en la creación de un centro profesional (sentido internacional, no español) de educación musical. Este esfuerzo se materializó en la escuela Toho Gakuen, que tiene el rango de universidad de la música desde 1961 y goza actualmente de un enorme prestigio internacional. Con la orquesta infantil de la institución, Saito realizó actuaciones en Estados Unidos, la antigua URSS y Europa. Con su salud muy deteriorada y preparando una última gira falleció en 1974. Podemos afirmar que Hideo Saito, con su entusiasmo, había sido el responsable de poner los cimientos del sistema de educación musical en Japón, partiendo de su experiencia como músico y director de orquesta, y teniendo como objetivo la excelencia instrumental. 


El concierto que les comentaba no hacía sino constatar el nivel increíble alcanzado por músicos japoneses como el propio Ozawa, la violinista Midori, la pianista Mitsuko Uchida o el célebre Cuarteto de Tokio. Saito fue uno de los pioneros de la llegada de la música occidental a Japón, pero no el único. Entre ellos sobresale el violinista Shinichi Suzuki. Prácticamente coetáneo de Saito, creó y exportó un nuevo método de iniciación musical que se ha convertido en el más importante del mundo, no sólo para la enseñanza del violín, sino que se ha adaptado para la mayor parte de los instrumentos. También como pioneros podemos considerar a los fundadores de dos de las fábricas de instrumentos musicales más importantes de todo el mundo. Yamaha y Kawai sonarán a músicos, pianistas, moteros y profesionales de muy distintos ámbitos. Torakusu Yamaha construyó su primer piano en 1900, tras conocer en Estados Unidos el método de fabricación de los principales productores americanos, incluido Steinway. En este proceso participó como aprendiz un adolescente de 14 años, Koichi Kawai, que años más tarde, en 1927, fundaría su propia empresa. Yamaha se ha convertido en el mayor productor mundial de instrumentos musicales de cualquier tipo que puedan imaginar.




Ilustración:

Hideo Saito aconseja a Seiji Ozawa durante un ensayo (s.f.) 






Pero volvamos a la figura de Saito. La extraordinaria labor y el entusiasmo que generaba entre sus alumnos fueron los detonantes de que, diez años después de su muerte, músicos japoneses diseminados por todo el mundo, liderados por Ozawa y Kazuyoshi Akiyama, se reunieran para ofrecer conciertos conmemorativos en Tokio y Osaka. Calificaba a Ozawa como mítico y, por información, les comentaré que, tras graduarse en Tokio, fue alumno y asistente de Karajan en Berlín y de Berstein en Nueva York, y entre los puestos más importantes que ocupó como titular estuvieron la dirección durante casi 30 años de la Orquesta Sinfónica de Boston y  de la Ópera de Viena. La Saito Kinen en encuentros sucesivos visitó Berlín, Viena, París, Londres, Salzburgo, así como los Estados Unidos, provocando la admiración del público y siendo comparada por la crítica con las mejores orquestas del planeta. 


El proceso de occidentalización musical en el que participaron Saito y Ozawa no hizo perder nunca a Japón sus raíces ancestrales, combinando en ocasiones ambos mundos. En el concierto del que les hablaba pude escuchar Novembers steps, una obra muy peculiar de Toru Takemitsu, encargo de la Filarmónica de Nueva York para celebrar su 125 aniversario. Takemitsu era entonces el gran compositor japonés de música clásica, y la obra aunaba el vanguardismo con la sonoridad de dos instrumentos tradicionales japoneses, el biwa (laúd japonés) y el shakuhachi (con similitudes con la flauta de pico). Pero, como en tantas ocasiones, Japón ha estado y sigue estando a la vanguardia de la innovación y la Saito Kinen no podía ser la excepción. En 2022, bajo la batuta de un octogenario Ozawa de aspecto venerable, transmitió la primera actuación en directo de una orquesta al espacio, teniendo como público privilegiado a los tripulantes de la Estación Espacial Internacional.


Con el paso de los años, los antiguos discípulos de Saito fueron poco a poco reemplazados por nuevos miembros, entre ellos alumnos y amigos de Ozawa. Los músicos actuales seguían y siguen homenajeando a Saito pero convirtiendo a Ozawa en un nuevo referente al que mostraban un respeto reverencial.


Seiji Ozawa falleció hace pocas semanas, el pasado 6 de febrero, a los 88 años de edad. Como declaró en una ocasión, la música para él era tan internacional como una puesta de sol.







Ilustración musical:

Seguro que encontrarán grabaciones con vídeo de mejor calidad con esta orquesta y director, pero quiero compartir la obra que conformaba la segunda parte del concierto que escuché. 






J. Brahms. Sinfonía nº 4 en mi menor. Saito Kinen Orchestra. Director: Seiji Ozawa. 



Comentarios

  1. Interesantísimo y revelador tu texto. Saludos.
    César.

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  2. Parece mentira cómo Japón ha pasado a ser una potencia musical de primer orden! Los músicos que mencionas son ciertamente importantes. Y la disciplina y costumbres niponas algo tendrán que ver también. Enhorabuena por el excelente artículo!

    Francesc

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