Entre cajas, poema de Concha Lavella
Entre cajas, púas tablas y tachuelas.
Ocurrían la mayoría de las cosas cotidianas.
Que si desayunar,
Comer,
vertirse.
Irse al Instituto.
Estudiar
Ver tele.
Fregar.
Siempre, siempre,entre cajas.
Unas grandes,otras más pequeñas.
Pulimentadas o, a medio hacer.
Cortar, serrar...
Siempre entre serrín y aserrín -aserrán.
Crios por aquí y crios por allá...
Y las cajas...
Apartaba las cajas para colocar apuntes de sexto de bachiller y en frente,
o aun lado siempre estaban mi hermana mayor que yo, un año y medio. Y amistades.
A veces aquello parecía más una reunión teatral entre caja y caja que una quedada para estudiar
¡Vaya lata!
La mesa enorme...de billar. Donde antiguamente mi abuelo la utilizaba para jugar, creo.
Frente a ella estaban aún los palos.
Sin terminar...
Y cacharros... tornillos...cajas de herramientas...todo de carpinteria.
Dos enormes armarios definian ambas paredes de la sala, que se abrian lentamente y aparecian ante la vista las filas ordenadas de cajas.
Eran cajas oscuras y brillantes embaladas con papel marrón.
Y en el suelo tambien había cajitas más pequeñas de color blanco. Esas... No me gustaba mirarlas.
Estaban en una esquina del armario.
Todo sucedia "con bastante normalidad".
Gastábamos bromas...y los amigos se reían con gesto contrariado y nerviosas carcajadas.
Al cabo del tiempo todo se convertiría en extraño y tenso con un ambiente enserrinado y turbio que no me permitia mirar con claridad.
Siempre...aserrín y aserrán.
Mi abuelo me decía :"Lo importante siempre, es el ingenio".
Leía y murmuraba poemas...entre cajas...
sus manos enormes
y, buenas.
A mí me gustaba mucho oler su ropa desgastada y llena de serrín.
Entonces venía mi abuela con su"pulimento de muñeca" en mano que paseaba deslizando con mucha paciencia y templanza sobre la caja. "Esa caja".
Adornaba su interior con" la tela blanca de raso".
Una brisa blanca recorría sus manos a la vez,que sus verdes ojos.
Una sonrisa destapaba mi corazón.
Con sus pómulos rosados.
Cantaba una canción.
"La hija de Juan Simón".
A la vez que acababa de acariciar su
nuevo mueble a la espera de un nuevo ocupante, de "eso" ya se encargaba mi abuelo.
Otro día volveré a su encuentro.

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