CRONOPIOS. Mesa de Literatura Erótica, por Rafael Hortal



 

  

No, no, el título no se refiere a la escena erótica sobre la mesa de la cocina en la novela “El cartero siempre llama dos veces”, aunque podría ser, ya que la llamada del deseo es incontrolable. Pero en esta ocasión me refiero a una Mesa Redonda que se realizará en septiembre, estará constituida por verdaderos maestros y maestras versados en el género de literatura erótica. La publicidad llegará a la vuelta de vacaciones. ¡Paciencia!

Sirva este repaso, seguro que muy incompleto, para aproximarnos a la literatura erótica de todos los tiempos. Seguimos catalogados con homo sapiens (hombre sabio) desde hace cientos de miles de años, pero la escritura es muy moderna, apenas 5.000 años, y los primeros calígrafos no tenían la cabeza ni el corazón para escribir algo erótico. Es más, hay que distinguir entre los textos que hablan de sexo, las descripciones pornográficas y el verdadero erotismo. Está claro que cada escritor puede elegir un lenguaje más o menos sutil o vulgar, y que cada lector pone su línea roja en diferente lugar. Además, las sociedades de oriente y occidente no avanzaron al mismo compás con respecto a la expresión sexual escrita. Por ello, en las siguientes referencias podéis pensar que no hay erotismo, y es que es muy difícil separar el erotismo (proviene del griego Eros, dios del amor y el deseo) del sexo. Podemos encontrar erotismo romántico, sensual o de poder. En la Biblia, en la parte del Antiguo Testamento encontramos “El cantar de los cantares”:

“Tu ombligo es una copa redonda, rebosante de buen vino. Tu vientre es un monte de trigo rodeado de azucenas. Tus pechos parecen dos cervatillos, dos crías mellizas de gacela.”

Homero, en “La Ilíada”, describe la seducción de Hera a Zeus en el Monte Ida, un encuentro envuelto en sensualidad, belleza, deseo y poder divino. Hera se embellece con el cinturón de Afrodita, que potencia la atracción y el deseo. 

“Hera, acostémonos y gocemos del amor. Jamás la pasión por una diosa o por una mujer se difundió por mi pecho, ni me avasalló como ahora: nunca he amado así…”.

El cinturón es un fetiche que en la actualidad sigue seduciendo. Lo saben muy bien las mujeres y los hombres senegaleses que son embriagados al contemplar a una mujer desnuda que sólo lleva un ancho cinturón.

La poetisa griega Safo (600 a. C.) de la isla de Lesbos, describe el sentimiento y la pasión ante la persona amada, sin importar la identidad de género; lo que hoy se denomina pansexualidad:

“…me sobresalta dentro del pecho el corazón; pues cuando te miro un solo instante, ya no puedo decir ni una palabra, la lengua se me hiela, y un sutil fuego no tarda en recorrer mi piel…”

De la poesía apasionada de Cayo Valerio Catulo (siglo I a.C.), podemos destacar el poema a su amada Lesbia:

“Comamos el mundo, / mi Lesbia, a bocados, / vivamos y amemos, / y que nos importe / menos que un pimiento / lo que piensen esos / vejestorios necios. / Los soles se ponen / y nacen de nuevo / nuestra luz, en cambio, / lo que dura, dura: / no más de un instante. / Bésame tú mucho, / dame besos miles, / cientos y más cientos / y mil más de nuevo. / Hasta que nos ardan / los labios de besos, / tantos que perdamos / no solo el sentido, / tantos que imposible / se haga contarlos / y ni los que rabian / de envidia por ellos / calculen la cuenta / del granel de besos”. 

Dando un gran salto temporal a la Edad Media, encontramos a Ibn Hazm de Córdoba (994-1063), es sin duda el poeta andalusí que destacó por escribir un tratado de amor apasionado y sensual en “El collar de la paloma”:

"Cuando el alma se une a otra alma en el abrazo del amor, no hay fuerza que pueda separarlas, pues el deseo es más fuerte que la razón."

Llega el momento de destacar un lenguaje erótico menos metafórico, menos sutil, utilizando palabras descritas por la RAE: Follar, coño, polla o cipote; como Camilo José Cela en “La insólita y gloriosa hazaña del cipote de Archidona” (1977), o Juan Manuel de Prada con “Coños” (1995). Pero fue antes, en 1928 cuando se publicó clandestinamente “El coño de Irene” de Louis Aragón:

“¡Oh suave coño de Irene! ¡Tan infinito y tan grande! En él es donde te encuentras a gusto, hombre merecedor por fin de serlo, en él es donde te sumes en la exacta proporción de tu apetito. No vaciles en acercarle el rostro. Ya tu lengua, como la de un parlanchín, se mueve sin descanso. ¡Umbrío paraíso de placeres, patio de fuego!”

Y mucho tiempo atrás, en las canciones de Guillermo IX, Duque de Aquitania:

“…no me gusta ni coño vigilado ni estanque sin peces […] si todo merma con el uso, el coño, en cambio, crece”.

El poeta murciano Soren Peñalver, gran lector de publicaciones literarias en varios idiomas, tiene entre su extensa biblioteca “La Carajicomedia” (anónimo 1519). Es un poema satírico y obsceno con un tono burlesco y un lenguaje crudo:

“Estando yo así, con mucho deseo / de verme en sazón de darles holgura, / sentí mi carajo hacerse blandura / delante los coños, que triste me veo /…”

En 1524 el pintor y arquitecto Giulio Romano, destacado discípulo de Rafael, hizo una serie de dieciséis dibujos de tema erótico, conocidos como I modi, que ilustraban las posturas amorosas que estaban en boga por ese entonces en la corte. En ellos se inspiró Pietro Aretino para escribir los Sonetos Lujuriosos:


“Abre las piernas, que bien quiero verte / el bello culo y tu coño en la cara: / culo divino que el cielo reclama, / coño que el corazón destila en las renes”.

I modi y los Sonetos Lujuriosos






Rubén Darío, Thomas Mann, Apollinaire, Henry Miller, Bataille, Charles Bukowski, Anaïs Nin… Y así podríamos seguir enumerando cientos de autores y miles de obras eróticas, destacando a escritoras que fueron osadas en su época, como la cartagenera Ángeles Vicente y su novela “Zezé” (1909). Falta por hablar de los gustos cambiantes que sobre el sentido del erotismo tienen las distintas sociedades, de los elementos esenciales para escribir una obra erótica que despierte la libido en el lector y de muchas cosas más que dejaremos para septiembre, cuando escuchemos a los doctos miembros de la Mesa Redonda de Literatura Erótica.



Comentarios

  1. ¡Felicidades!
    Deseando que llegue el día de la mesa redonda.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario