EL ARCO DE ODISEO. El infierno en la tierra, por Marcos Muelas





Todos recordamos la visita de Dante a los infiernos donde, junto al poeta Virgilio, descendió los nueve anillos que el autor aseguraba que este tenía. En su alegoría, cada uno de los inquilinos de este siniestro lugar, pagaba su particular precio por sus pecados. De esta manera, Dante Alighieri nos regaló su particular visión del infierno a principios del siglo XIV. Nunca olvidaremos el famoso Satán, prisionero de su propio reino, cuyas tres cabezas masticaban, respectivamente, las de Bruto, Casio y Judas Iscariote, que según el autor, eran los mayores traidores de la historia.


Pero, Dante no fue el primero en atravesar las puertas del inframundo. Siglos antes, héroes griegos como el propio Hércules, ya habían pasado por el cálido Hades. En esta ocasión, la visita del hijo de Zeus no se alargó demasiado. Bajo la imposición de las famosas pruebas de Euristeo, el semidiós tuvo que atravesar el río Aqueronte y plantarse en las puertas del infierno. Su misión era la de hacerse con Cancerbero, el perro policefálico.


No nos olvidemos de Ulises, rey de Ítaca, quién también realizó su particular incursión al infierno. En su caso, el motivo estaba ligado a su Odisea y el ferviente deseo de regresar a casa. Otro visitante del inframundo fue Orfeo. En su caso, la motivación era un peligroso sentimiento, el amor. Su misión no era fácil, rescatar a su amada Eurídice de la morada de los muertos. La ninfa había muerto víctima del veneno de una serpiente poco después de su enlace. La locura se apoderó de Orfeo, incapaz de aceptar la perdida de su esposa. Decidió atravesar las puertas del infierno para traerla de vuelta al mundo de los vivos. Las armas que habían utilizado Hércules fueron sus músculos y las de Ulises su ingenio.



Orfeo, sin embargo, hizo uso de su música para rescatar a la ninfa. Con su destreza con la lira, pagó al barquero Caronte para atravesar el rio Estigia y tal era la belleza de su música, que amansó al can que guardaba sus puertas. "¿Qué haces aquí, si nadie te ha llamado?" Preguntó Hades, señor de los infiernos cuando lo vio llegar a su reino. Nuevamente su lira aplacó al dios, que conmovido, dejó que Orfeo se reuniese con su amada. Tristemente no tuvo éxito en su empresa. Pero su visión del inframundo nos mostró una nueva ventana a las profundidades del abismo.

    Todas estas visiones nos muestran un infierno que, aunque esté plagado de criaturas horribles y fuegos perpetuos, tienden a quedarse cortos. En ellos los héroes triunfan engañando al mismo Satán, Hades, o como queramos llamar al mandamás de los bajos fondos, y acaban saliendo de él para volver al mundo de los vivos. Una visión poética, épica y en ocasiones romántica.

    Quizá sea eso lo que anime a los actuales mortales a visitar el infierno hoy en día. 

Estoy hablando de Auschwitz, una de las muchas franquicias que montó en la Tierra Satán, Marduk, el ángel caído o cualquier de los mil nombres que adopte el demonio.

Y es que escapa de mi comprensión que ese infame lugar siga abierto, atrayendo a miles y miles de visitantes cada año. Cuál atracción turística, los visitantes acuden al lugar mostrando, en general, una falta de respeto monumental. Selfies, reels e incluso coreografías en Tic-Toc sobre las vías de tren que daban acceso a la misma boca del lobo, el mismo recorrido, por el que no hace tanto, se adentraban sus inocentes víctimas.







Judíos, gitanos, prisioneros de guerra o cualquiera de los enemigos del Reich, padecieron hambre, tortura y finalmente muerte. La única salida posible era la que había escondida tras las puertas de sus infames hornos, convertidos en la ceniza que cubría los alrededores.

    "Y los echaran al horno de fuego, allí será el llanto y el crujir de dientes " (Mateo, 13, 42). Hoy en día se defiende la existencia de esta atracción alegando "que la humanidad necesita recordar "No tuvieron que pasar muchos años para que dicha humanidad demostrara falta de memoria. Lo vimos en Ruanda, Camboya y en los Balcanes.


¿Y no sería mejor arrasar el lugar? Al menos se daría un poco de justicia a sus víctimas en lugar de conservar un monumento a la maquinaria Nazi. El monumento al recuerdo continua en pie, convertido en un monumento a la vergüenza humana.

 

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