Los sonidos y el tiempo. Manrique de Lara, por Gabriel Lauret








El mundo se halla actualmente en una época de conflictos. Más bien habría que decir que siempre hay y ha habido conflictos, y es sólo el objetivo de los medios de comunicación el que los visibiliza y los sitúa como algo prioritario para nuestra sociedad. En los últimos tiempos, Ucrania con Rusia e Israel con Palestina revuelven las conciencias aletargadas que otras guerras más lejanas no consiguieron despertar. Mientras, hay instituciones y personas que procuran calmar la situación y tender puentes hacia un entendimiento que propicie la paz. El general Manuel Manrique de Lara y Berry, acabada la Primera Guerra Mundial, participó en negociaciones de paz de enorme trascendencia, aunque esto sólo, estarán de acuerdo conmigo, no sería suficiente para aparecer en esta sección musical. 


Nacido en Cartagena en 1863, se le ha comparado con Rimsky-Korsakov, al ser militar de profesión y músico por vocación. Comenzó sus estudios musicales con su madre, que ampliaría con Tomás Albagés, músico mayor del regimiento de infantería de marina que mandaba su padre. Ya en Madrid, alternó el estudio de la música con la pintura. Figuras clave en su formación fueron el escritor Menéndez Pelayo y, sobre todo, el compositor Ruperto Chapí, del que fue el único alumno reconocido. Chapí le transmitió su admiración por la música del Richard Wagner, que condicionaría sus gustos y su estilo.

 

El catálogo de obras de Manrique de Lara no es amplio, pero sí extremadamente importante e insólito en el panorama musical español. Dentro de un estilo que él mismo denomina “antiguo”, compuso su Sinfonía en mi menor (1892), su premiado Cuarteto en Mi bemol (1895) y su zarzuela El ciudadano Simón (1900). Pero lo que realmente hace singular a Manrique de Lara son sus obras en estilo wagneriano: la trilogía La Orestiada (1890-93) y su ópera inconclusa, Rodrigo de Vivar, de la que extrae el poema sinfónico Leyenda (1906). La intención de Manrique de Lara era la de renovar la ópera española mediante la creación de un drama épico basado en la tradición medieval del Cid, como había hecho Wagner sobre las leyendas alemanas.

 

A partir de 1906 observamos que cambia su dedicación hacia dos campos también relacionados con la música y en los que sería un referente: la crítica y la investigación. 

Manrique de Lara se convirtió en uno de los críticos musicales más influyentes de inicios del siglo XX en España. No se recreaba en el acto social del concierto, sino que hablaba de las obras, la mayor parte novedosas en el Madrid de la época, buscando la conversión del público a sus principios: Wagner, su referencia absoluta, y Richard Strauss, a quien consideraba su continuador y con quien entabló amistad. Tenía un gran aprecio por la zarzuela, ya que pensaba que en ella se encontraban las obras maestras de la música teatral española, equivalente, en igualdad estricta de consideración, a la ópera en otros países.

 

La composición de Rodrigo de Vivar provocó su interés por el Romancero, un gran patrimonio que se había conservado en la tradición popular hablada y cantada a lo largo de los siglos que trataba de recuperar Ramón Menéndez Pidal. A Manrique se debe, en gran medida, la conservación del Romancero sefardita, que las guerras, el exterminio de los judíos y el paso inexorable del tiempo y de las tradiciones han hecho desaparecer. Para ello, en 1911 realizó un amplio viaje por el Mediterráneo Oriental donde visitó las grandes comunidades sefarditas, que continuaría cinco años más tarde en Marruecos. Sin embargo, su relación con Menéndez Pidal acabó con diferencias importantes: opiniones dispares sobre una publicación que nunca se llevó a cabo, sobre los fondos que se le concedían para seguir investigando e, incluso, un cierto ninguneo hacia el cartagenero, cuando Menéndez Pidal comenzó a hablar del Romancero como algo propio y no de un trabajo compartido. 

 



Manuel Manrique de Lara (1917)




Y, a pesar de toda esta intensa actividad musical, Manrique de Lara no dejó de lado su carrera militar. Al contrario, aunque disfrutó de excedencias ocasionales para la realización del trabajo de investigación, fue un militar brillante que participó en la guerra contra Estados Unidos de 1898 y en 1919 en la guerra de África, siendo condecorado y alcanzando el grado de general de división. Además, como miembro de un país neutral, tuvo un papel muy relevante en la Sociedad de Naciones, destacando su función como presidente de la comisión Misela, para el intercambio de un millón y medio de personas de las comunidades griegas y turcas, y velando por la protección de la minoría albanesa en Grecia. 

 

La mayor parte del tiempo de sus últimos años la dedicaría a estas misiones humanitarias en las que, ocasionalmente, continuaba su trabajo de recopilación, hasta que falleció de una afección pulmonar en el sanatorio de Sankt Blasien, en Alemania, en 1929.


Manrique de Lara fue una de las personalidades más sobresalientes y singulares de su tiempo, la España de la transición entre los siglos XIX y XX, tanto por sus actividades en el campo de la música como por su labor investigadora, militar y diplomática. Aun así, no encontrarán en Cartagena, su ciudad natal, ni en cualquier otra ciudad o pueblo de esta región, monumento, calle o plaza que honre su memoria. Esperemos que alguien se acuerde de él para que todos le recordemos como merece.






Ilustración Musical:

M. Manrique de Lara. Sinfonía en mi menor “en estilo antiguo”. 

Orquesta Filarmónica de Málaga. Director: José Luis Temes

Comentarios

  1. De bien nacidos es ser agradecidos. Desgraciadamente ... Iba a componer un silogismo fácil.

    César

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  2. Muy interesante. No tenía ni idea de la existencia de este señor.

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  3. Salvador Martinez14 de abril de 2024, 8:53

    Gran articulo para poner en su lugar un intelectual relevante que además fue un musico de extraordinaria categoría. Cuando tuve el honor de iniciar y dirigir el Centro de Documentación Musical de Murcia, ya extinto, ahora integrado como Archivo Musical del Archivo General de la Región, uno de mis pesares fue no poder grabar, editar y difundir la obra de este pilar musical de la musica española aún por descubrir. Solo disponemos de su producción las transcripciones editadas por tu tio Benito Lauret que son un modelo a seguir de como debe hacerse un trabajo musicológico de alto nivel. Rescatar lo que queda de este autor debería ser una prioridad que costaría menos que la mitad de una sola obra figurativa de las que pueblan rotondas y espacios públicos de otros artistas murcianos. Hablamos de voluntad política con sensibilidad para entender que la musica es un arte temporal y efímero pero no menos arte porque no se pueda colgar o exhibir como un trofeo por el político de turno. En fin…

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  4. Qué artículo más interesante, desconocía su existencia.
    Qué en nuestro país no tiene reconocimiento? Por desgracia....qué poca novedad 😔

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