CRONOPIOS: Galdós, Buñuel, y Rabal, por Rafael Hortal

 




Este verano, huyendo del bochorno en la ciudad de Murcia, me acerqué a mi querida Costa Cálida para respirar y sentir esa brisa salada que reconforta. Recordé lo que escribió Benito Pérez Galdós sobre su estancia en la isla del Barón:


“La hermosura del sitio, la pureza del aire, la quietud y transparencia de las aguas, influyeron de tal modo en mi naturaleza física y moral que por la tarde me reconocí muy mejorado”.  


Para conocer mejor la isla del Barón y cómo fue la estancia de Galdós, me embarqué en la goleta Atrevida. Zarpamos desde el puerto de Tomás Maestre en La Manga del Mar Menor. No llevamos a bordo las 100 novelas ni las 30 obras de teatro, tampoco las 28 películas basadas en las obras de Galdós, aunque sí el libro publicado por la Universidad de Murcia: “Galdós y Murcia: Epistolario de Benito Pérez Galdós y Alberto Sevilla Pérez”, también llevamos el capítulo XXVI de “La Primera República”.


La isla Mayor en el Mar Menor pertenecía a la Corona Española, en ella estaba la prisión militar de la Marina, donde el Barón de Benifayó cumplió seis años de condena. El Barón era un estudioso de la arqueología y la naturaleza, se enamoró de la isla, y en 1878, siendo rey Alfonso XII, gestionó la compra de la isla que desde entonces lleva su nombre. 


A los 51 años de edad, en septiembre de 1894, el novelista, dramaturgo y cronista Benito Pérez Galdós (Las Palmas de Gran Canaria, 1843 - Madrid, 1920), visitó la isla del Barón, como contó en uno de sus Episodios Nacionales, concretamente en el capítulo XXVI de “La Primera República”. Allí estuvo varios días recuperándose de sus dolencias físicas; también estaba afligido por su reciente ruptura con la escritora Emilia Pardo Bazán, con la que mantuvo correspondencia erótica durante años; ella fue la que le animó a escribir de teatro. Así describe su estancia en la isla:


“Mis amigos Fructuoso Alemán y Alberto Araus me llevaron a una isla en el Mar Menor para recuperarme. No recuerdo el nombre de la pintoresca isla en que me desembarcaron, sacándome en vilo de la chalana. Entendí que era propiedad del barón de Benifayó.





Goleta Atrevida navegando en la isla del Barón



La hermosura del sitio, la pureza del aire, la quietud y transparencia de las aguas, influyeron de tal modo en mi naturaleza física y moral que por la tarde me reconocí muy mejorado. Nos albergamos en una casita donde moraba, con su mujer y unos chiquillos, el guarda de la isla, y tal fue la bondad con que me agasajó aquella excelente familia que mis amigos, previa discusión entre todos, acordaron dejarme allí por dos o tres días.

Aquella noche dormí como un canto. A la mañana siguiente ya era yo otro hombre. Recorrí sin cansarme distancias que el día anterior me habrían parecido considerables. Mis buenos patrones me daban comiditas de enfermo; más yo prefería las calderetas de pescado fresco con que ellos se alimentaban diariamente. En uno de estos comistrajes, no sé si al segundo o tercer día, mi apetito se desarrolló hasta la voracidad […] Mi única diversión era pasear sin fatiga, recorrer la plácida costa de la isla en las partes donde no había cantiles infranqueables, subir a las cimas no muy altas, y tumbarme allí donde encontraba un lugar mullido y fresco para la contemplación del paisaje y la dulce tarea de no hacer nada”.


Galdós fue Diputado a Cortes, miembro de la RAE con la letra N. En octubre de 1903, volvió a Murcia y Cartagena, para el estreno de su obra “Mariucha”. En 1912 fue propuesto al Premio Nobel de Literatura, pero su anticlericalismo provocó que no fuera reconocida su genialidad literaria por los sectores más conservadores de la sociedad española. 




Benito Pérez Galdós, Luis Buñuel Y Paco Rabal



Al subir a la cima de la montaña, que surgió como volcán, me imagino a Galdós mirando la lengua arenosa de La Manga, sin edificaciones, y al fondo isla Grosa, testigo de historias de piratas. Escribe Galdós que durante su estancia no hizo nada, pero seguro que fraguaba su novela “Nazarín” publicada al año siguiente. Luis Buñuel la llevó al cine en 1959 con Paco Rabal. También recuerdo a Rabal en “Viridiana”, basada en la novela “Halma”, otra de las obras de Galdós que Buñuel llevó a la pantalla. Luis Buñuel dijo:


“La de Galdós es la única influencia que yo reconocería, así en general, sobre mí”.


El escritor murciano Alberto Sevilla Albarracín conserva toda la correspondencia que mantuvieron durante años su abuelo Alberto Sevilla Pérez y Benito Pérez Galdós.

La goleta Atrevida bordea la isla del Barón, y ya de regreso a puerto releo el epistolario “Galdós y Murcia”, en el que el escritor murciano Alberto Sevilla Pérez, recuerda como le gustaba pasear por el Malecón de Murcia con su amigo Galdós, que cada vez que hablaba de Murcia la llamaba “El jardín de las Hespérides”.


Galdós no coincidió en la isla con el Barón de Benifayó ni con ninguna princesa rusa. Era un escritor realista que contaba la historia de España de forma novelada. La leyenda de la aparición del fantasma de la princesa rusa surgió para ahuyentar a los posibles intrusos a la isla.



Palabras clave:

Galdós. Buñuel. Rabal. Isla del Barón. Goleta Atrevida

Foto:

Goleta Atrevida navegando en la isla del Barón

Foto:

Benito Pérez Galdós, Luis Buñuel Y Paco Rabal


   


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