ESCRITORA INVITADA. TAITANTOS AÑOS Y SEGUIMOS ECHÁNDOLE HILO , por Marisa López Soria

EL CLUB DE LA COMETA .TALLER DE LECTURA, ESCRITURA Y ARTES


Parece llegado el momento, a punto de cumplir 20 años de existencia, de explicar a los  mayores qué es y en qué consiste EL CLUB DE LA COMETA, el taller de Lectura,  Escritura y Artes, que se realiza en la Fundación CajaMurcia. 




Cierto que, cuando me han pedido explicaciones al respecto, suelo decir que lo mejor es  venir una tarde a vivir esa experiencia personalmente, pues es difícil explicar la magia. Invitados estáis. 

Pero veamos, ¿qué es El CLUB DE LA COMETA? 

Empezaré por mostrar el díptico que acabamos de elaborar para invitar al taller al  comienzo del primer trimestre del año 2025. 

EL CLUB DE LA COMETA es un espacio que la Fundación Cajamurcia reserva a  chicos y chicas de edades comprendidas entre los 8 y los 13 años para el desarrollo de  las artes y de habilidades lingüísticas, (Hablar, Escuchar, Leer y Escribir), esto es,  aprender a usar la lengua de forma comunicativa. 

Tanto si os interesa el mundo de los libros como si no has descubierto ese placer, te  esperamos para echar a volar la cometa de la imaginación en torno al arte, la lectura,  la escritura, la charla y la escucha. Te aguardan sorpresas. 

EN EL CLUB hay secciones muy interesantes. Nos visitan: 

* Artistas: escritores, ilustradores, pintores, gestores culturales, bibliotecarios,  dramaturgos, y otra gente atractiva y lúdica del entorno.  

* Jóvenes ponentes y creadores: antiguo alumnado del taller viene a presentar sus  propias creaciones, nos muestran su trabajo u opiniones y aportan temas de interés que  exponen ante sus compañer@s.  

* Los mayores cuentan: Nos visitan padres lectores, abuelos, asociaciones, centros  culturales y de mayores.

(Los invitados tienen, en torno a la media hora final del taller para una breve  exposición, seguido del turno de preguntas). 

No nos olvidamos del Arte porque estamos rodeados de eso mismo, en un espacio  histórico y artístico, Las Claras.  

En el CLUB DE LA COMETA disfrutarás del arte en todas sus manifestaciones ya que  salimos del aula para ver, elegir y comentar lo expuesto por grandes artistas, pintores,  escultores, fotógrafos. Té invitamos a este club selecto de encuentro e intercambio de  ideas, en un espacio acogedor- Las Claras- donde podrás participar de la excelencia de  obras únicas en varias magníficas salas de exposiciones.  

Una fiesta para no perdérsela. Tenemos 50 plazas. 

A cada admitido se le regalan libros que la Fundación considera. 

Y ahora que tenéis noticia de lo que ofrece el taller, lo mejor será que comience  explicando los pilares básicos en que se basa y sustenta esta tarea de la tarde de los  viernes que se realiza con niños y jóvenes de 8 a 13 años. Además de los pilares, algún que otro hito desde que comenzara su andadura en el año 2006. 






Tal vez deba empezar por señalar el hito más impactante, nuestra experiencia en La  Habana, (Cuba), con motivo del Congreso Internacional Lectura 2018: Para leer el siglo  XXI.  

El taller El Club de la Cometa recibió la sorprendente invitación del Comité cubano del  IBBY, la cátedra Latinoamericana y Caribeña de Lectura y Escritura con el auspicio del  Comité Canadiense del IBBY, Fundalectura Colombia y A Leer/ IBBY México, amén  la implicación de las secciones nacionales de Canadá, Colombia, México y la  participación de International Board on Books for Ypung People. Un congreso en Cuba  que era un saludo al 36 Congreso Mundial de IBBY. 

Y allá nos fuimos, a La Habana, en las fechas del 27 al 31 de marzo de 2018, a exponer  ante la curiosidad del mundo de la docencia, la cultura y la educación, en qué consistía  el que ya por entonces resultaba exitoso taller de Lectura, Escritura y Artes en Murcia  para niños y jóvenes.

Y visto que no se puede explicar la magia, me dediqué a exponer los datos de la  cimentación del taller, era lo más que podía hacer. De aquel maravilloso viaje y de mi  intervención en el congreso, recuerdo algunos asertos de los pilares que sustentan el  trabajo de mediadora, expuestos con vehemencia, y, ustedes me perdonen, con algún  ejemplo personalizado. 

Intento reproducir lo dicho, más o menos fielmente. 

LOS AÑOS DEL TALLER EL CLUB DE LA COMETA 

Dicen de Gabriel García Márquez que, para él, uno de los momentos más emocionantes  de su vida fue aprender a leer.  

Confieso que, a mí, hasta llegar a tan emocionada luminaria, todavía me duelen los  cocotones que la institución infligió a mi ineptitud de infancia, que andaría por Babia o  la luna. Y es que, doña Isabelita, mi querida maestra, desconocía probablemente que el  lenguaje es una inextricable habilidad, un arte difuso, y una de las tareas intelectuales  más complejas del ser humano, por lo que, como desmañada lectora en los inicios del  parvulario, jamás pude olvidar el martirio de las caprichosas correspondencias gráficas  de sonidos y la combinación de grafemas. Así que en años posteriores y de docencia tampoco he olvidado nunca el respeto que debo al alumnado, ya que el lenguaje lleva de  la mano la buena sintonía comunicativa con las emociones, que leer tiene apurados  escollos previos a la felicidad que la lectura promete, y que aquella obligada y ordinaria  repetición del za, ce, ci, zo, zu, bla, ble, bli, blo, blu, y la correcta correspondencia entre  sonidos y letras, no ponían orden en mi saber fonémico, sino que apoyaban mi  inexperiencia haciendo más profunda mi torpeza, lo que me tuvo convencida de mi  nulidad como ser humana, afligiéndome con vergüenza hasta la llegada del milagro.  

He dicho bien. La llegada del milagro. ROMPER A LEER. Mis circuitos neuronales se  activaron fuera de la escuela, con lo que resultó ser una sorprendente, misteriosa y  callada labor de mi magín, reuniendo armónicamente por vez primera aquel día  memorable las sílabas del rótulo “ZAPATERO”. Una palabra con sentido que, de golpe,  resolvió en mis entendederas el significado del puzle; una humilde palabra que aún  conservo como arcano tesoro, motor de mi sed de comprensión semántica, que marcaría  un antes y un después en mi conocimiento del mundo. Sencillamente, culminado el  progreso individual, interno y personal, la niña ¡había roto a leer! 

¡Qué extasío acompañó a la comprensión del epígrafe, ZAPATERO, primer placer de  entender y colegir, instante del “encendido y conexión del cableado de mis neuronas”,  momento preciso y precioso que transformaría ya para siempre mi cerebro! ¡Por fin mis  neuronas habían comprendido para qué el lenguaje, su sentido! ¡por fin el albor! La niña  había iniciado la competencia lectora al descifrar la extrañeza de aquel galimatías de  signos alfabéticos. Por fin, alcanzaba el sentido de las palabras, que significan cosas,  esto es, por voluntad propia, movida por el interés y contento de acompañar a mi madre  al remendón, aquel rótulo desvelador estaba lleno de emoción..  

Un logro que, aunque no le cupo a mi maestra, qué duda cabe, también era mérito suyo,  incluso pese a que ella posiblemente ignoraba que leer era fruto de una profunda  interacción cerebral y una perfecta construcción neurológica y cognitiva, pues que al  leer se barajan aspectos tan abstractos como conceptos y símbolos. Símbolos tomados  arbitrariamente y como tipo para representar un concepto intelectual, aunque no  sepamos bien por qué tipo de semejanza. Todo un hito y todo un reto. Mi yo ignorante  había salvado el obstáculo por pura comprensión. Ya podía iniciarme en otros textos. Podía leer. 

No me extraña que García Márquez y yo recordásemos mucho tiempo después ese  impacto como impronta del entendimiento, ya que leer es comprender. 

Lo sorprendente es que muchos adultos en el ejercicio de su cargo ministerial o docente  desconozcan hoy lo que Blecua recuerda y todos deberíamos saber: la manipulación del  alfabeto es un ejercicio de sabiduría. Leer es cosa de sabios. Pues que hasta llegar al  alcance de ese deleite donde la luz se hace, existe la posibilidad más que probada de un  proceso intrínseco arduo y espinoso, que solo bien llevado y acompañado debidamente transportará al lector a un hondo disfrute del significado.  

Bien. Ya sabemos leer, es decir, desentrañar y razonar un texto. Soy competente  lector/a. ¿Qué ocurre entonces? ¿Qué sucede con la competencia literaria? ¿Por qué no  leen nuestros muchachos si a los chicos les encanta leer… y que les lean? Sí, no es  equívoca esa afirmación: Les encanta LEER y QUE LES LEAN. 

A estas alturas nadie duda del tremendo valor de la lectura, dado que los cerebros  lectores entienden mejor y por adelantado, procesan mejor las señales visuales, e incluso  razonan e integran mejor las sensaciones en el conocimiento personal. Todos estamos 

ya de acuerdo en la función de identificación antropológica de la lectura, y en que la  lectura en la infancia nos lleva hacia lo más definitorio del ser humano, a saber, lo  intuitivo y lo lógico, si bien es claro que el extremo esfuerzo de la lectura exige una  atención sostenida y solitaria que también puede llevar a la distracción, loo que no deja  de ser normal.  

Dicen que ya en mil novecientos noventa y cinco se vaticinó que internet global y las  innovaciones tecnológicas eran el fin de la educación. MacLuhan alegó la modificación  del yo moderno como Sócrates en su día rechazó la escritura alfabética por mortífera  para la memoria, aunque algunos como Cassany se reafirman en que leer es la llave del  conocimiento en la sociedad de la información, sea esta la fuente que sea. 

Dicen que la lectura es un gepeese emocional de la infancia que protege el cerebro. Yo  así lo creo. Personalmente, si algo atesoro con la violenta intensidad que marcan las  emociones en la infancia y adolescencia, son los tiempos de ardor y arrojo que  provocaron en mí los libros: pequeña voraz, insaciable de historias, las buscaba a todas  horas como se busca al mejor amigo, necesitada siempre de que la ficción pusiera a  salvo mi propia imperfección. Para ese amargo y solitario pasaje llevaba en la mochila  toda suerte de lecturas, indispensables ante toda calamidad. 

Y no me olvido de Damaso Alonso:< mis gustos tienen sus orillas en los géneros más  diversos, desdeñados por críticos exigentes y en círculos literarios selectos… Como  lector debo confesar que soy aficionado a leer aunque sean los papeles rotos de la  calle¿Por qué el arte y la literatura es tan solo lo que pasa por los finos filtros de  élite iniciada? Es difícil creer que solo se es hombre- en el sentido estético- cuando se  ve el mundo desde la preceptiva aristotélica o la disciplina universitaria…> 

Dicen que la lectura es un mito orientador. Oculto en la ficción y el sinsentido se  encuentran veladamente el recado y la guía, las migas de pan que nos conducen de  vuelta a la seguridad y al calor de la esperanza. Clásicos de la literatura, sí, pero los  auténticos y sin repulsar otras lecturas que, en perfecto revoltijo, son origen de la  fertilidad del intelecto, el que nos lleva de mano de la intuición hacía los hallazgos más  singulares de la creación, despabilando el pensamiento curioso y nos lleva a la  reflexión, la crítica, la abstracción, la meditación y el juicio. 

Libros, lecturas de todo corte, que inviten a seguir leyendo (ellos distinguirán lo bueno  más adelante). Libros para ayudar a formularse preguntas donde intentar salvar el drama  de la finitud y el miedo a lo desconocido.  

Dicen que leer es vital como experiencia. ¡Pero claro! Aunque no podemos olvidar que  leer es un acto muy particular, íntimo, voluntario, y que como proceso NO ACABA  JAMAS, (normal el retranqueo en ciertas etapas como la adolescente).  

Y porque de la emoción de lecturas he cubierto mi infancia, me pregunto si  verdaderamente los adultos mediadores nos damos cuenta de lo substancial y esencial  que es saber de las dificultades del acto lector, de la bondad de acompañar en las lecturas y que se lea en voz alta, regalando libros y animando a hacer biblioteca  personal… al tiempo que, no hay duda, se aprenden conceptos textuales, sin miedo a  abandonar el currículum ni el libro de texto.  

Libros al alcance en las aulas y entrometidos en las áreas. Libros para opinar, para  sentir, para discutir, para emocionarse, para que los presten, los pierdan, los ojeen  simplemente o los manchen. En mi experiencia docente he visitado centros con  maravillosas bibliotecas sin bibliotecarios, con estrictos horarios o al hado de  sacrificados voluntarios, bibliotecas cerradas a cal y canto y con impolutos libros en  armarios bajo llave... Que en política educativa todos estamos de acuerdo en la  importancia del Fomento y Animación a la Lectura, pero ¿no habría que revisar las  formas que obvian la parte holística, ajena a materias, para fijarse en la ración efusiva o  emocional que ha de darse a la lectura?  

Hablábamos más arriba de las dificultades inherentes al acto lector y a la competencia  literaria, pero hacer ambos tramos tan digeribles como apetecibles tiene su solución en  el contacto emocional con el lector/a, incluso al margen del valor del texto, y siempre  antes que con los contenidos institucionales y normativos, dándose el caso de que en la  sintonía profesor- alumno se da una gran estimulación del sistema sensorial en la  recogida de información y en la organización del cerebro. 

Palmario es que el fracaso lector, NUNCA ES RESPONSABILIDAD DEL NIÑO pues la tiene quien asume formar parte del sistema y de una institución educativa, tanto como  las familias, que tienen la suya propia.

Qué mejores raíces que una vida CIMENTADA DE HISTORIAS y LIBROS. ¿Qué  mejor legado dejaremos a nuestros alumnos y a nuestros hijos que la trasmisión  emocionada y cierta de LECTURA donde calmar la sed que demanda el espíritu? 

Porque todo es posible cuando leemos.  

Inadmisibles las inopias de las administraciones que deberían revisarse en una correcta  actualización científica y didáctica del profesorado y en Escuelas de Padres para los  adultos con formación de la psicología evolutiva y de los neuroeducadores, pues ya que  por el momento se desconoce cómo aprende el cerebro, (NO SE SABE!) no podemos  olvidar lo que sabemos: que los únicos ingredientes que avivan al educando son la  curiosidad, la atención, la memoria y la emoción. Remedios educativos de entre los  cuales uno resulta esencial por sobre todos en el proceso de aprendizaje, me refiero a  LA EMOCIÓN, ya que solo se aprende lo que tiene un significado personal. Sin  emoción no hay curiosidad, no hay atención, no hay aprendizaje ni memoria. 

Ramón y Cajal, Einstein, y tantos otros investigadores, innovadores, o creadores sabían  que solo los más impetuosos soñadores son capaces de saltarse las normas y poner patas  arriba lo correcto para fantasear y llegar al mundo de lo potencial y de lo probable pero  no de lo cierto. Y que solo en ese lugar plagado de utopías y contradicciones  encontraremos respuestas. Ahí es donde el hombre evoluciona y avanza, ahí queremos a  nuestros jóvenes, jugando a lo improbable, al absurdo, al dislate, arriesgando en el  pensamiento divergente y en el espacio reservado a la ilusión y la quimera.  

Porque la creatividad equivale a la exploración y al ensueño de transformar  incertidumbres, la más atolondrada creatividad frente al corsé de la forma… y es que si  nadie sabe cómo enseñar la creatividad al menos debemos instruir en su cultivo. Nuestra  responsabilidad es alimentarles de emocionada intuición, ya que el aprendizaje es en  parte intuitivo y corresponde a un proceso más complejo que el racional.  

Dejemos que fluyan las ideas con nuestro apoyo a la lectura vívida y a potenciar a los  que ven las cosas no como se las cuentan, reforzando que sean perspicaces y vivos,  niños y jóvenes audaces, aptos para poner en práctica estrategias novedosas,  disparatadas y satisfactorias en sus incertidumbres.  

¿Qué ocurre entonces con la Lectura en las aulas, y/o con el acto de crear? 

Posiblemente todavía seguimos los cauces encorsetados que algunos popes de lo culto  exigen, pese a que las cosas han cambiado. Cambiaron a partir de la primera mitad del  siglo veinte, que a nivel lingüístico fue rica en la realización de nuevas propuestas  pedagógicas como anteriormente lo fueron los movimientos de renovación pedagógica  que flexibilizaron los métodos, si bien, sigue existiendo una concepción tan  inalcanzable de la Literatura que impide a muchos docentes recrearla para enseñarla. 

El envite que nos proporciona tanto la docencia en competencia lingüística, como los  Talleres de Lectura y Escritura donde nos recreamos en la competencia literaria, se  centran en alegrarnos en nuestra oralidad, en la escucha, en la lectura compartida y en voz alta, en la mixtura y en la transformación y creación de la palabra en el proceso de  manipulación del texto. ¿Fichas con actividades sobre los libros leídos? No, gracias.  Hablamos para que el texto compartido, debatido, cobre nuevos valores, distintos significados, aunque solo sea porque cada uno somos individuos excelentes y singulares  con una visión propia del mundo. 

Palabras de un texto que leídas se convierten en instrumento de uso, la perfecta excusa  para su aplicación, el punto de arranque de la escritura desmitificando la OBRA superlativa y evitando los prejuicios de la seriedad literaria. Como apostilla Georges  Perec: “Preocupada únicamente por sus grandes mayúsculas (la Obra, el Estilo, la  Inspiración, el Genio, la Creación, etc, todo esto dicho con enormes mayúsculas), la  Historia Literaria parece ignorar deliberadamente LA LECTURA como iniciación y LA  ESCRITURA como práctica, como trabajo y como juego”. 

Lectura, Escritura y Arte tienen que ser mostrados, lo primero, conociendo bien las  dificultades y sus procesos, pero también con imaginación y sentido común. Lo cierto es  que, en las aulas, salvo numerosas y honrosas excepciones, la Lectura sigue siendo para  muchos un cronopio al margen que solo se tolera por obligación, lectura que, más que  una aliada, se considera un estorbo que abulta los contenidos de la programación e  impide el estudio de los conceptos gramaticales que cada vez aparecen con más  absurdas denominaciones en los libros de texto (al dictado de la editorial de turno). Para  ejercitar la literatura habría que aprender a desmelenarse y enseñarles a mostrarse  jocosos, surrealistas, simbolistas, formales y tiernos. Observemos a “poetas” como  Rodari, Tonucci, Cortazar, Vian, Tomeo, Kafka, Queneau, Monterroso, Carrol, Dhal, y 

tantos otros. Ellos son sanos ejemplos de cómo deshacer la literatura y jugarla, lo que  Jhon Huizinga llamaba el homo ludens, lo llevamos impreso en nuestra naturaleza. 

Se trata de inventar una enseñanza de carácter abiertao y un método no dogmático, pero  donde se justiprecie la empatía y el denostado principio de autoridad, impulsando la autoestima como origen del proceso de aprendizaje, del gusto por la lectura y la  creación propia, la atenta escucha que implica el respeto al otro, el trabajo individual y  en equipo, el discernimiento, la mejora de la ortofonía y la ortografía, la crítica  argumentada, el hecho de que la educación sea cooperativa y no competitiva, que  evaluar consista en medir el progreso de las personas, que el éxito sea cualidad  específica de la creatividad y lo emocional más allá de coeficientes y cifras, y lo que  resulta aún más insólito: que el alumno reciba con agrado al profesor… que quiera venir  a un taller que habla de libros un viernes por la tarde, después de una semana de trabajo  agotador. 

Dicen de la institución que los políticos deberían dedicarse a salir de sus despachos para  lograr acertadas reformas educativas que ayuden al profesorado a entrar en las aulas  más lúcidos, y a los alumnos a encontrar el modelo de talentos libres, con más libros. Emocionarse. Crear. Jugar. Amar. 

De semejantes observaciones sobre la lectura y lo que entiendo que ocurre tanto en las  aulas como en el sistema educativo actual, desearía compartir con ustedes la prueba más  palpable de que a los chicos les gusta LEER Y QUE LES LEAN. Este contar incluye la  realización de un taller que se viene realizando en la Fundación Las Claras de  Cajamurcia, en el centro de la ciudad de Murcia, en el sureste de España, el Taller de  Lectura, Escritura y Arte EL CLUB DE LA COMETA, que acometemos dos trimestres  al año, todos los viernes de 18, 30 a 20, 30 h, con un aforo completo de 50 niños y  niñas de edades que abarcan de los 8 a los 13 años; con ellos cada tarde, tras la intensa  semana escolar, se nos acercan a mostrar sus preferencias artísticas, su pasión o su  disgusto por la música, las matemáticas, los dinosaurios, la Edad Media, el futbol, los  mitos, la ciencia, los monstruos, los animales etc, sin olvidarnos de leer, charlar,  escribir, hacer presentación de sus problemas, sus aficiones, el intercambio de libros, dibujos, ilustraciones, su música favorita… y sus propios escritos. 

Una rica e interesante experiencia que a nosotros mismos no deja de sorprendernos, por el éxito y permanencia temporal del taller multidisciplinar de lectura, escritura y arte 

que prioriza la inteligencia emocional y la intuición, en alegre ateneo y trueque de  genios, libros y sentires, a cobijo de toda dificultad del leer, sin menosprecio de géneros  o tecnologías; de contenido teórico práctico y actividades destinadas a la mejora del  compendio de habilidades lingüísticas atravesadas por las artes.  

La directora, ejecutora y coordinadora del taller, Marisa López Soria realiza actividades  en la Fundación desde el año 2003. Y hete aquí un breve historial, sin soltar el hilo de la  cometa: 

Empezamos a trabajar con la Fundación CajaMurcia desde el Centro de Profesores y  Recursos Murcia II y continuamos de forma individual con, Leer a los clásicos desde la  infancia, 2005, Andersen para docentes e Importancia de la LIJ en la literatura de  Carmen Conde, y en 2006, Taller El Club de los Libros Secretos. Y el definitivo, Taller  de Lectura y Escritura, El Club de la Cometa, hasta fecha de hoy. En 2015. PRIMER  HITO. Características del Taller La Cometa. Congreso Leer el siglo XXI, La Habana.  Cuba. 2017. HITO DOS. Encuentro en Ministerio de Educación Cultura y Deportes  con Responsables de Educación y Cultura para la concesión del logo para nuestro taller/  LEER TE DA VIDAS EXTRA que nos parece perfecto y luce como distintivo en el  díptico hasta el año 2020 con el cambio ministerial. En 2019 conmemoración simbólica,  10 años de creación del Taller, Mesa Redonda, Leer en Familia. OEPLI. Consejo  General del Libro, con entrega de diplomas a ex alumnos mayores de 13 años.  

A partir de ese momento es reseñable el efecto multiplicador del taller en época estival:  Taller de Poesía. Museo R. Gaya. Taller Intergaláctico. Museo Ciencia y Agua. Club de  la Ola. Fundación CajaMurcia. Águilas. Mar de Letra Chica. Ayto. Cartagena hasta el  año 2024. 

2020/ Pandemia 

2021. Taller Virtual y OTROS. Vuelve La Cometa en 2023 hasta hoy.  

En fin, entiendo que no queda claro qué es, qué sucede en el Taller de Lectura, Escritura  y Artes, hoy, en el año 20025. 

Pero es que, queda dicho, hay cosas que no se pueden explicar. Esto sí puedo adelantar,  no se trata de la magia que yo hago, se trata de la magia que ellos hacen y allí sucede.

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Invitados estáis.  

(Al fondo del aula siempre hay algún maestro, algún curioso, algún padre que nos pide  permiso para venir a escudriñar alguna de las sesiones. No hay problema. Solo pido que  observen en silencio e intenten hacerse invisibles).  

www.marisalopezsoria.com 

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EL CLUB DE LA COMETA 

TALLER DE LECTURA, ESCRITURA Y ARTES 

Parece llegado el momento, a punto de cumplir 20 años de existencia, de explicar a los  mayores qué es y en qué consiste EL CLUB DE LA COMETA, el taller de Lectura,  Escritura y Artes, que se realiza en la Fundación CajaMurcia.  

Cierto que, cuando me han pedido explicaciones al respecto, suelo decir que lo mejor es  venir una tarde a vivir esa experiencia personalmente, pues es difícil explicar la magia. Invitados estáis. 

Pero veamos, ¿qué es El CLUB DE LA COMETA? 

Empezaré por mostrar el díptico que acabamos de elaborar para invitar al taller al  comienzo del primer trimestre del año 2025. 

EL CLUB DE LA COMETA es un espacio que la Fundación Cajamurcia reserva a  chicos y chicas de edades comprendidas entre los 8 y los 13 años para el desarrollo de  las artes y de habilidades lingüísticas, (Hablar, Escuchar, Leer y Escribir), esto es,  aprender a usar la lengua de forma comunicativa. 

Tanto si os interesa el mundo de los libros como si no has descubierto ese placer, te  esperamos para echar a volar la cometa de la imaginación en torno al arte, la lectura,  la escritura, la charla y la escucha. Te aguardan sorpresas. 

EN EL CLUB hay secciones muy interesantes. Nos visitan: 

* Artistas: escritores, ilustradores, pintores, gestores culturales, bibliotecarios,  dramaturgos, y otra gente atractiva y lúdica del entorno.  

* Jóvenes ponentes y creadores: antiguo alumnado del taller viene a presentar sus  propias creaciones, nos muestran su trabajo u opiniones y aportan temas de interés que  exponen ante sus compañer@s.  

* Los mayores cuentan: Nos visitan padres lectores, abuelos, asociaciones, centros  culturales y de mayores.

(Los invitados tienen, en torno a la media hora final del taller para una breve  exposición, seguido del turno de preguntas). 

No nos olvidamos del Arte porque estamos rodeados de eso mismo, en un espacio  histórico y artístico, Las Claras.  

En el CLUB DE LA COMETA disfrutarás del arte en todas sus manifestaciones ya que  salimos del aula para ver, elegir y comentar lo expuesto por grandes artistas, pintores,  escultores, fotógrafos. Té invitamos a este club selecto de encuentro e intercambio de  ideas, en un espacio acogedor- Las Claras- donde podrás participar de la excelencia de  obras únicas en varias magníficas salas de exposiciones.  

Una fiesta para no perdérsela. Tenemos 50 plazas. 

A cada admitido se le regalan libros que la Fundación considera. 

Y ahora que tenéis noticia de lo que ofrece el taller, lo mejor será que comience  explicando los pilares básicos en que se basa y sustenta esta tarea de la tarde de los  viernes que se realiza con niños y jóvenes de 8 a 13 años. Además de los pilares, algún que otro hito desde que comenzara su andadura en el año 2006. 

Tal vez deba empezar por señalar el hito más impactante, nuestra experiencia en La  Habana, (Cuba), con motivo del Congreso Internacional Lectura 2018: Para leer el siglo  XXI.  

El taller El Club de la Cometa recibió la sorprendente invitación del Comité cubano del  IBBY, la cátedra Latinoamericana y Caribeña de Lectura y Escritura con el auspicio del  Comité Canadiense del IBBY, Fundalectura Colombia y A Leer/ IBBY México, amén  la implicación de las secciones nacionales de Canadá, Colombia, México y la  participación de International Board on Books for Ypung People. Un congreso en Cuba  que era un saludo al 36 Congreso Mundial de IBBY. 

Y allá nos fuimos, a La Habana, en las fechas del 27 al 31 de marzo de 2018, a exponer  ante la curiosidad del mundo de la docencia, la cultura y la educación, en qué consistía  el que ya por entonces resultaba exitoso taller de Lectura, Escritura y Artes en Murcia  para niños y jóvenes.

Y visto que no se puede explicar la magia, me dediqué a exponer los datos de la  cimentación del taller, era lo más que podía hacer. De aquel maravilloso viaje y de mi  intervención en el congreso, recuerdo algunos asertos de los pilares que sustentan el  trabajo de mediadora, expuestos con vehemencia, y, ustedes me perdonen, con algún  ejemplo personalizado. 

Intento reproducir lo dicho, más o menos fielmente. 

LOS AÑOS DEL TALLER EL CLUB DE LA COMETA 

Dicen de Gabriel García Márquez que, para él, uno de los momentos más emocionantes  de su vida fue aprender a leer.  

Confieso que, a mí, hasta llegar a tan emocionada luminaria, todavía me duelen los  cocotones que la institución infligió a mi ineptitud de infancia, que andaría por Babia o  la luna. Y es que, doña Isabelita, mi querida maestra, desconocía probablemente que el  lenguaje es una inextricable habilidad, un arte difuso, y una de las tareas intelectuales  más complejas del ser humano, por lo que, como desmañada lectora en los inicios del  parvulario, jamás pude olvidar el martirio de las caprichosas correspondencias gráficas  de sonidos y la combinación de grafemas. Así que en años posteriores y de docencia tampoco he olvidado nunca el respeto que debo al alumnado, ya que el lenguaje lleva de  la mano la buena sintonía comunicativa con las emociones, que leer tiene apurados  escollos previos a la felicidad que la lectura promete, y que aquella obligada y ordinaria  repetición del za, ce, ci, zo, zu, bla, ble, bli, blo, blu, y la correcta correspondencia entre  sonidos y letras, no ponían orden en mi saber fonémico, sino que apoyaban mi  inexperiencia haciendo más profunda mi torpeza, lo que me tuvo convencida de mi  nulidad como ser humana, afligiéndome con vergüenza hasta la llegada del milagro.  

He dicho bien. La llegada del milagro. ROMPER A LEER. Mis circuitos neuronales se  activaron fuera de la escuela, con lo que resultó ser una sorprendente, misteriosa y  callada labor de mi magín, reuniendo armónicamente por vez primera aquel día  memorable las sílabas del rótulo “ZAPATERO”. Una palabra con sentido que, de golpe,  resolvió en mis entendederas el significado del puzle; una humilde palabra que aún  conservo como arcano tesoro, motor de mi sed de comprensión semántica, que marcaría  un antes y un después en mi conocimiento del mundo. Sencillamente, culminado el  progreso individual, interno y personal, la niña ¡había roto a leer! 

¡Qué extasío acompañó a la comprensión del epígrafe, ZAPATERO, primer placer de  entender y colegir, instante del “encendido y conexión del cableado de mis neuronas”,  momento preciso y precioso que transformaría ya para siempre mi cerebro! ¡Por fin mis  neuronas habían comprendido para qué el lenguaje, su sentido! ¡por fin el albor! La niña  había iniciado la competencia lectora al descifrar la extrañeza de aquel galimatías de  signos alfabéticos. Por fin, alcanzaba el sentido de las palabras, que significan cosas,  esto es, por voluntad propia, movida por el interés y contento de acompañar a mi madre  al remendón, aquel rótulo desvelador estaba lleno de emoción..  

Un logro que, aunque no le cupo a mi maestra, qué duda cabe, también era mérito suyo,  incluso pese a que ella posiblemente ignoraba que leer era fruto de una profunda  interacción cerebral y una perfecta construcción neurológica y cognitiva, pues que al  leer se barajan aspectos tan abstractos como conceptos y símbolos. Símbolos tomados  arbitrariamente y como tipo para representar un concepto intelectual, aunque no  sepamos bien por qué tipo de semejanza. Todo un hito y todo un reto. Mi yo ignorante  había salvado el obstáculo por pura comprensión. Ya podía iniciarme en otros textos. Podía leer. 

No me extraña que García Márquez y yo recordásemos mucho tiempo después ese  impacto como impronta del entendimiento, ya que leer es comprender. 

Lo sorprendente es que muchos adultos en el ejercicio de su cargo ministerial o docente  desconozcan hoy lo que Blecua recuerda y todos deberíamos saber: la manipulación del  alfabeto es un ejercicio de sabiduría. Leer es cosa de sabios. Pues que hasta llegar al  alcance de ese deleite donde la luz se hace, existe la posibilidad más que probada de un  proceso intrínseco arduo y espinoso, que solo bien llevado y acompañado debidamente transportará al lector a un hondo disfrute del significado.  

Bien. Ya sabemos leer, es decir, desentrañar y razonar un texto. Soy competente  lector/a. ¿Qué ocurre entonces? ¿Qué sucede con la competencia literaria? ¿Por qué no  leen nuestros muchachos si a los chicos les encanta leer… y que les lean? Sí, no es  equívoca esa afirmación: Les encanta LEER y QUE LES LEAN. 

A estas alturas nadie duda del tremendo valor de la lectura, dado que los cerebros  lectores entienden mejor y por adelantado, procesan mejor las señales visuales, e incluso  razonan e integran mejor las sensaciones en el conocimiento personal. Todos estamos 

ya de acuerdo en la función de identificación antropológica de la lectura, y en que la  lectura en la infancia nos lleva hacia lo más definitorio del ser humano, a saber, lo  intuitivo y lo lógico, si bien es claro que el extremo esfuerzo de la lectura exige una  atención sostenida y solitaria que también puede llevar a la distracción, loo que no deja  de ser normal.  

Dicen que ya en mil novecientos noventa y cinco se vaticinó que internet global y las  innovaciones tecnológicas eran el fin de la educación. MacLuhan alegó la modificación  del yo moderno como Sócrates en su día rechazó la escritura alfabética por mortífera  para la memoria, aunque algunos como Cassany se reafirman en que leer es la llave del  conocimiento en la sociedad de la información, sea esta la fuente que sea. 

Dicen que la lectura es un gepeese emocional de la infancia que protege el cerebro. Yo  así lo creo. Personalmente, si algo atesoro con la violenta intensidad que marcan las  emociones en la infancia y adolescencia, son los tiempos de ardor y arrojo que  provocaron en mí los libros: pequeña voraz, insaciable de historias, las buscaba a todas  horas como se busca al mejor amigo, necesitada siempre de que la ficción pusiera a  salvo mi propia imperfección. Para ese amargo y solitario pasaje llevaba en la mochila  toda suerte de lecturas, indispensables ante toda calamidad. 

Y no me olvido de Damaso Alonso:< mis gustos tienen sus orillas en los géneros más  diversos, desdeñados por críticos exigentes y en círculos literarios selectos… Como  lector debo confesar que soy aficionado a leer aunque sean los papeles rotos de la  calle¿Por qué el arte y la literatura es tan solo lo que pasa por los finos filtros de  élite iniciada? Es difícil creer que solo se es hombre- en el sentido estético- cuando se  ve el mundo desde la preceptiva aristotélica o la disciplina universitaria…> 

Dicen que la lectura es un mito orientador. Oculto en la ficción y el sinsentido se  encuentran veladamente el recado y la guía, las migas de pan que nos conducen de  vuelta a la seguridad y al calor de la esperanza. Clásicos de la literatura, sí, pero los  auténticos y sin repulsar otras lecturas que, en perfecto revoltijo, son origen de la  fertilidad del intelecto, el que nos lleva de mano de la intuición hacía los hallazgos más  singulares de la creación, despabilando el pensamiento curioso y nos lleva a la  reflexión, la crítica, la abstracción, la meditación y el juicio. 

Libros, lecturas de todo corte, que inviten a seguir leyendo (ellos distinguirán lo bueno  más adelante). Libros para ayudar a formularse preguntas donde intentar salvar el drama  de la finitud y el miedo a lo desconocido.  

Dicen que leer es vital como experiencia. ¡Pero claro! Aunque no podemos olvidar que  leer es un acto muy particular, íntimo, voluntario, y que como proceso NO ACABA  JAMAS, (normal el retranqueo en ciertas etapas como la adolescente).  

Y porque de la emoción de lecturas he cubierto mi infancia, me pregunto si  verdaderamente los adultos mediadores nos damos cuenta de lo substancial y esencial  que es saber de las dificultades del acto lector, de la bondad de acompañar en las lecturas y que se lea en voz alta, regalando libros y animando a hacer biblioteca  personal… al tiempo que, no hay duda, se aprenden conceptos textuales, sin miedo a  abandonar el currículum ni el libro de texto.  

Libros al alcance en las aulas y entrometidos en las áreas. Libros para opinar, para  sentir, para discutir, para emocionarse, para que los presten, los pierdan, los ojeen  simplemente o los manchen. En mi experiencia docente he visitado centros con  maravillosas bibliotecas sin bibliotecarios, con estrictos horarios o al hado de  sacrificados voluntarios, bibliotecas cerradas a cal y canto y con impolutos libros en  armarios bajo llave... Que en política educativa todos estamos de acuerdo en la  importancia del Fomento y Animación a la Lectura, pero ¿no habría que revisar las  formas que obvian la parte holística, ajena a materias, para fijarse en la ración efusiva o  emocional que ha de darse a la lectura?  

Hablábamos más arriba de las dificultades inherentes al acto lector y a la competencia  literaria, pero hacer ambos tramos tan digeribles como apetecibles tiene su solución en  el contacto emocional con el lector/a, incluso al margen del valor del texto, y siempre  antes que con los contenidos institucionales y normativos, dándose el caso de que en la  sintonía profesor- alumno se da una gran estimulación del sistema sensorial en la  recogida de información y en la organización del cerebro. 

Palmario es que el fracaso lector, NUNCA ES RESPONSABILIDAD DEL NIÑO pues la tiene quien asume formar parte del sistema y de una institución educativa, tanto como  las familias, que tienen la suya propia.

Qué mejores raíces que una vida CIMENTADA DE HISTORIAS y LIBROS. ¿Qué  mejor legado dejaremos a nuestros alumnos y a nuestros hijos que la trasmisión  emocionada y cierta de LECTURA donde calmar la sed que demanda el espíritu? 

Porque todo es posible cuando leemos.  

Inadmisibles las inopias de las administraciones que deberían revisarse en una correcta  actualización científica y didáctica del profesorado y en Escuelas de Padres para los  adultos con formación de la psicología evolutiva y de los neuroeducadores, pues ya que  por el momento se desconoce cómo aprende el cerebro, (NO SE SABE!) no podemos  olvidar lo que sabemos: que los únicos ingredientes que avivan al educando son la  curiosidad, la atención, la memoria y la emoción. Remedios educativos de entre los  cuales uno resulta esencial por sobre todos en el proceso de aprendizaje, me refiero a  LA EMOCIÓN, ya que solo se aprende lo que tiene un significado personal. Sin  emoción no hay curiosidad, no hay atención, no hay aprendizaje ni memoria. 

Ramón y Cajal, Einstein, y tantos otros investigadores, innovadores, o creadores sabían  que solo los más impetuosos soñadores son capaces de saltarse las normas y poner patas  arriba lo correcto para fantasear y llegar al mundo de lo potencial y de lo probable pero  no de lo cierto. Y que solo en ese lugar plagado de utopías y contradicciones  encontraremos respuestas. Ahí es donde el hombre evoluciona y avanza, ahí queremos a  nuestros jóvenes, jugando a lo improbable, al absurdo, al dislate, arriesgando en el  pensamiento divergente y en el espacio reservado a la ilusión y la quimera.  

Porque la creatividad equivale a la exploración y al ensueño de transformar  incertidumbres, la más atolondrada creatividad frente al corsé de la forma… y es que si  nadie sabe cómo enseñar la creatividad al menos debemos instruir en su cultivo. Nuestra  responsabilidad es alimentarles de emocionada intuición, ya que el aprendizaje es en  parte intuitivo y corresponde a un proceso más complejo que el racional.  

Dejemos que fluyan las ideas con nuestro apoyo a la lectura vívida y a potenciar a los  que ven las cosas no como se las cuentan, reforzando que sean perspicaces y vivos,  niños y jóvenes audaces, aptos para poner en práctica estrategias novedosas,  disparatadas y satisfactorias en sus incertidumbres.  

¿Qué ocurre entonces con la Lectura en las aulas, y/o con el acto de crear? 

Posiblemente todavía seguimos los cauces encorsetados que algunos popes de lo culto  exigen, pese a que las cosas han cambiado. Cambiaron a partir de la primera mitad del  siglo veinte, que a nivel lingüístico fue rica en la realización de nuevas propuestas  pedagógicas como anteriormente lo fueron los movimientos de renovación pedagógica  que flexibilizaron los métodos, si bien, sigue existiendo una concepción tan  inalcanzable de la Literatura que impide a muchos docentes recrearla para enseñarla. 

El envite que nos proporciona tanto la docencia en competencia lingüística, como los  Talleres de Lectura y Escritura donde nos recreamos en la competencia literaria, se  centran en alegrarnos en nuestra oralidad, en la escucha, en la lectura compartida y en voz alta, en la mixtura y en la transformación y creación de la palabra en el proceso de  manipulación del texto. ¿Fichas con actividades sobre los libros leídos? No, gracias.  Hablamos para que el texto compartido, debatido, cobre nuevos valores, distintos significados, aunque solo sea porque cada uno somos individuos excelentes y singulares  con una visión propia del mundo. 

Palabras de un texto que leídas se convierten en instrumento de uso, la perfecta excusa  para su aplicación, el punto de arranque de la escritura desmitificando la OBRA superlativa y evitando los prejuicios de la seriedad literaria. Como apostilla Georges  Perec: “Preocupada únicamente por sus grandes mayúsculas (la Obra, el Estilo, la  Inspiración, el Genio, la Creación, etc, todo esto dicho con enormes mayúsculas), la  Historia Literaria parece ignorar deliberadamente LA LECTURA como iniciación y LA  ESCRITURA como práctica, como trabajo y como juego”. 

Lectura, Escritura y Arte tienen que ser mostrados, lo primero, conociendo bien las  dificultades y sus procesos, pero también con imaginación y sentido común. Lo cierto es  que, en las aulas, salvo numerosas y honrosas excepciones, la Lectura sigue siendo para  muchos un cronopio al margen que solo se tolera por obligación, lectura que, más que  una aliada, se considera un estorbo que abulta los contenidos de la programación e  impide el estudio de los conceptos gramaticales que cada vez aparecen con más  absurdas denominaciones en los libros de texto (al dictado de la editorial de turno). Para  ejercitar la literatura habría que aprender a desmelenarse y enseñarles a mostrarse  jocosos, surrealistas, simbolistas, formales y tiernos. Observemos a “poetas” como  Rodari, Tonucci, Cortazar, Vian, Tomeo, Kafka, Queneau, Monterroso, Carrol, Dhal, y 

tantos otros. Ellos son sanos ejemplos de cómo deshacer la literatura y jugarla, lo que  Jhon Huizinga llamaba el homo ludens, lo llevamos impreso en nuestra naturaleza. 

Se trata de inventar una enseñanza de carácter abiertao y un método no dogmático, pero  donde se justiprecie la empatía y el denostado principio de autoridad, impulsando la autoestima como origen del proceso de aprendizaje, del gusto por la lectura y la  creación propia, la atenta escucha que implica el respeto al otro, el trabajo individual y  en equipo, el discernimiento, la mejora de la ortofonía y la ortografía, la crítica  argumentada, el hecho de que la educación sea cooperativa y no competitiva, que  evaluar consista en medir el progreso de las personas, que el éxito sea cualidad  específica de la creatividad y lo emocional más allá de coeficientes y cifras, y lo que  resulta aún más insólito: que el alumno reciba con agrado al profesor… que quiera venir  a un taller que habla de libros un viernes por la tarde, después de una semana de trabajo  agotador. 

Dicen de la institución que los políticos deberían dedicarse a salir de sus despachos para  lograr acertadas reformas educativas que ayuden al profesorado a entrar en las aulas  más lúcidos, y a los alumnos a encontrar el modelo de talentos libres, con más libros. Emocionarse. Crear. Jugar. Amar. 

De semejantes observaciones sobre la lectura y lo que entiendo que ocurre tanto en las  aulas como en el sistema educativo actual, desearía compartir con ustedes la prueba más  palpable de que a los chicos les gusta LEER Y QUE LES LEAN. Este contar incluye la  realización de un taller que se viene realizando en la Fundación Las Claras de  Cajamurcia, en el centro de la ciudad de Murcia, en el sureste de España, el Taller de  Lectura, Escritura y Arte EL CLUB DE LA COMETA, que acometemos dos trimestres  al año, todos los viernes de 18, 30 a 20, 30 h, con un aforo completo de 50 niños y  niñas de edades que abarcan de los 8 a los 13 años; con ellos cada tarde, tras la intensa  semana escolar, se nos acercan a mostrar sus preferencias artísticas, su pasión o su  disgusto por la música, las matemáticas, los dinosaurios, la Edad Media, el futbol, los  mitos, la ciencia, los monstruos, los animales etc, sin olvidarnos de leer, charlar,  escribir, hacer presentación de sus problemas, sus aficiones, el intercambio de libros, dibujos, ilustraciones, su música favorita… y sus propios escritos. 

Una rica e interesante experiencia que a nosotros mismos no deja de sorprendernos, por el éxito y permanencia temporal del taller multidisciplinar de lectura, escritura y arte 

que prioriza la inteligencia emocional y la intuición, en alegre ateneo y trueque de  genios, libros y sentires, a cobijo de toda dificultad del leer, sin menosprecio de géneros  o tecnologías; de contenido teórico práctico y actividades destinadas a la mejora del  compendio de habilidades lingüísticas atravesadas por las artes.  

La directora, ejecutora y coordinadora del taller, Marisa López Soria realiza actividades  en la Fundación desde el año 2003. Y hete aquí un breve historial, sin soltar el hilo de la  cometa: 

Empezamos a trabajar con la Fundación CajaMurcia desde el Centro de Profesores y  Recursos Murcia II y continuamos de forma individual con, Leer a los clásicos desde la  infancia, 2005, Andersen para docentes e Importancia de la LIJ en la literatura de  Carmen Conde, y en 2006, Taller El Club de los Libros Secretos. Y el definitivo, Taller  de Lectura y Escritura, El Club de la Cometa, hasta fecha de hoy. En 2015. PRIMER  HITO. Características del Taller La Cometa. Congreso Leer el siglo XXI, La Habana.  Cuba. 2017. HITO DOS. Encuentro en Ministerio de Educación Cultura y Deportes  con Responsables de Educación y Cultura para la concesión del logo para nuestro taller/  LEER TE DA VIDAS EXTRA que nos parece perfecto y luce como distintivo en el  díptico hasta el año 2020 con el cambio ministerial. En 2019 conmemoración simbólica,  10 años de creación del Taller, Mesa Redonda, Leer en Familia. OEPLI. Consejo  General del Libro, con entrega de diplomas a ex alumnos mayores de 13 años.  

A partir de ese momento es reseñable el efecto multiplicador del taller en época estival:  Taller de Poesía. Museo R. Gaya. Taller Intergaláctico. Museo Ciencia y Agua. Club de  la Ola. Fundación CajaMurcia. Águilas. Mar de Letra Chica. Ayto. Cartagena hasta el  año 2024. 

2020/ Pandemia 

2021. Taller Virtual y OTROS. Vuelve La Cometa en 2023 hasta hoy.  

En fin, entiendo que no queda claro qué es, qué sucede en el Taller de Lectura, Escritura  y Artes, hoy, en el año 20025. 

Pero es que, queda dicho, hay cosas que no se pueden explicar. Esto sí puedo adelantar,  no se trata de la magia que yo hago, se trata de la magia que ellos hacen y allí sucede.

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Invitados estáis.  

(Al fondo del aula siempre hay algún maestro, algún curioso, algún padre que nos pide  permiso para venir a escudriñar alguna de las sesiones. No hay problema. Solo pido que  observen en silencio e intenten hacerse invisibles).  

www.marisalopezsoria.com 

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TAITANTOS AÑOS Y SEGUIMOS ECHÁNDOLE HILO 

EL CLUB DE LA COMETA 

TALLER DE LECTURA, ESCRITURA Y ARTES 

Parece llegado el momento, a punto de cumplir 20 años de existencia, de explicar a los  mayores qué es y en qué consiste EL CLUB DE LA COMETA, el taller de Lectura,  Escritura y Artes, que se realiza en la Fundación CajaMurcia.  

Cierto que, cuando me han pedido explicaciones al respecto, suelo decir que lo mejor es  venir una tarde a vivir esa experiencia personalmente, pues es difícil explicar la magia. Invitados estáis. 

Pero veamos, ¿qué es El CLUB DE LA COMETA? 

Empezaré por mostrar el díptico que acabamos de elaborar para invitar al taller al  comienzo del primer trimestre del año 2025. 

EL CLUB DE LA COMETA es un espacio que la Fundación Cajamurcia reserva a  chicos y chicas de edades comprendidas entre los 8 y los 13 años para el desarrollo de  las artes y de habilidades lingüísticas, (Hablar, Escuchar, Leer y Escribir), esto es,  aprender a usar la lengua de forma comunicativa. 

Tanto si os interesa el mundo de los libros como si no has descubierto ese placer, te  esperamos para echar a volar la cometa de la imaginación en torno al arte, la lectura,  la escritura, la charla y la escucha. Te aguardan sorpresas. 

EN EL CLUB hay secciones muy interesantes. Nos visitan: 

* Artistas: escritores, ilustradores, pintores, gestores culturales, bibliotecarios,  dramaturgos, y otra gente atractiva y lúdica del entorno.  

* Jóvenes ponentes y creadores: antiguo alumnado del taller viene a presentar sus  propias creaciones, nos muestran su trabajo u opiniones y aportan temas de interés que  exponen ante sus compañer@s.  

* Los mayores cuentan: Nos visitan padres lectores, abuelos, asociaciones, centros  culturales y de mayores.

(Los invitados tienen, en torno a la media hora final del taller para una breve  exposición, seguido del turno de preguntas). 

No nos olvidamos del Arte porque estamos rodeados de eso mismo, en un espacio  histórico y artístico, Las Claras.  

En el CLUB DE LA COMETA disfrutarás del arte en todas sus manifestaciones ya que  salimos del aula para ver, elegir y comentar lo expuesto por grandes artistas, pintores,  escultores, fotógrafos. Té invitamos a este club selecto de encuentro e intercambio de  ideas, en un espacio acogedor- Las Claras- donde podrás participar de la excelencia de  obras únicas en varias magníficas salas de exposiciones.  

Una fiesta para no perdérsela. Tenemos 50 plazas. 

A cada admitido se le regalan libros que la Fundación considera. 

Y ahora que tenéis noticia de lo que ofrece el taller, lo mejor será que comience  explicando los pilares básicos en que se basa y sustenta esta tarea de la tarde de los  viernes que se realiza con niños y jóvenes de 8 a 13 años. Además de los pilares, algún que otro hito desde que comenzara su andadura en el año 2006. 

Tal vez deba empezar por señalar el hito más impactante, nuestra experiencia en La  Habana, (Cuba), con motivo del Congreso Internacional Lectura 2018: Para leer el siglo  XXI.  

El taller El Club de la Cometa recibió la sorprendente invitación del Comité cubano del  IBBY, la cátedra Latinoamericana y Caribeña de Lectura y Escritura con el auspicio del  Comité Canadiense del IBBY, Fundalectura Colombia y A Leer/ IBBY México, amén  la implicación de las secciones nacionales de Canadá, Colombia, México y la  participación de International Board on Books for Ypung People. Un congreso en Cuba  que era un saludo al 36 Congreso Mundial de IBBY. 

Y allá nos fuimos, a La Habana, en las fechas del 27 al 31 de marzo de 2018, a exponer  ante la curiosidad del mundo de la docencia, la cultura y la educación, en qué consistía  el que ya por entonces resultaba exitoso taller de Lectura, Escritura y Artes en Murcia  para niños y jóvenes.

Y visto que no se puede explicar la magia, me dediqué a exponer los datos de la  cimentación del taller, era lo más que podía hacer. De aquel maravilloso viaje y de mi  intervención en el congreso, recuerdo algunos asertos de los pilares que sustentan el  trabajo de mediadora, expuestos con vehemencia, y, ustedes me perdonen, con algún  ejemplo personalizado. 

Intento reproducir lo dicho, más o menos fielmente. 

LOS AÑOS DEL TALLER EL CLUB DE LA COMETA 

Dicen de Gabriel García Márquez que, para él, uno de los momentos más emocionantes  de su vida fue aprender a leer.  

Confieso que, a mí, hasta llegar a tan emocionada luminaria, todavía me duelen los  cocotones que la institución infligió a mi ineptitud de infancia, que andaría por Babia o  la luna. Y es que, doña Isabelita, mi querida maestra, desconocía probablemente que el  lenguaje es una inextricable habilidad, un arte difuso, y una de las tareas intelectuales  más complejas del ser humano, por lo que, como desmañada lectora en los inicios del  parvulario, jamás pude olvidar el martirio de las caprichosas correspondencias gráficas  de sonidos y la combinación de grafemas. Así que en años posteriores y de docencia tampoco he olvidado nunca el respeto que debo al alumnado, ya que el lenguaje lleva de  la mano la buena sintonía comunicativa con las emociones, que leer tiene apurados  escollos previos a la felicidad que la lectura promete, y que aquella obligada y ordinaria  repetición del za, ce, ci, zo, zu, bla, ble, bli, blo, blu, y la correcta correspondencia entre  sonidos y letras, no ponían orden en mi saber fonémico, sino que apoyaban mi  inexperiencia haciendo más profunda mi torpeza, lo que me tuvo convencida de mi  nulidad como ser humana, afligiéndome con vergüenza hasta la llegada del milagro.  

He dicho bien. La llegada del milagro. ROMPER A LEER. Mis circuitos neuronales se  activaron fuera de la escuela, con lo que resultó ser una sorprendente, misteriosa y  callada labor de mi magín, reuniendo armónicamente por vez primera aquel día  memorable las sílabas del rótulo “ZAPATERO”. Una palabra con sentido que, de golpe,  resolvió en mis entendederas el significado del puzle; una humilde palabra que aún  conservo como arcano tesoro, motor de mi sed de comprensión semántica, que marcaría  un antes y un después en mi conocimiento del mundo. Sencillamente, culminado el  progreso individual, interno y personal, la niña ¡había roto a leer! 

¡Qué extasío acompañó a la comprensión del epígrafe, ZAPATERO, primer placer de  entender y colegir, instante del “encendido y conexión del cableado de mis neuronas”,  momento preciso y precioso que transformaría ya para siempre mi cerebro! ¡Por fin mis  neuronas habían comprendido para qué el lenguaje, su sentido! ¡por fin el albor! La niña  había iniciado la competencia lectora al descifrar la extrañeza de aquel galimatías de  signos alfabéticos. Por fin, alcanzaba el sentido de las palabras, que significan cosas,  esto es, por voluntad propia, movida por el interés y contento de acompañar a mi madre  al remendón, aquel rótulo desvelador estaba lleno de emoción..  

Un logro que, aunque no le cupo a mi maestra, qué duda cabe, también era mérito suyo,  incluso pese a que ella posiblemente ignoraba que leer era fruto de una profunda  interacción cerebral y una perfecta construcción neurológica y cognitiva, pues que al  leer se barajan aspectos tan abstractos como conceptos y símbolos. Símbolos tomados  arbitrariamente y como tipo para representar un concepto intelectual, aunque no  sepamos bien por qué tipo de semejanza. Todo un hito y todo un reto. Mi yo ignorante  había salvado el obstáculo por pura comprensión. Ya podía iniciarme en otros textos. Podía leer. 

No me extraña que García Márquez y yo recordásemos mucho tiempo después ese  impacto como impronta del entendimiento, ya que leer es comprender. 

Lo sorprendente es que muchos adultos en el ejercicio de su cargo ministerial o docente  desconozcan hoy lo que Blecua recuerda y todos deberíamos saber: la manipulación del  alfabeto es un ejercicio de sabiduría. Leer es cosa de sabios. Pues que hasta llegar al  alcance de ese deleite donde la luz se hace, existe la posibilidad más que probada de un  proceso intrínseco arduo y espinoso, que solo bien llevado y acompañado debidamente transportará al lector a un hondo disfrute del significado.  

Bien. Ya sabemos leer, es decir, desentrañar y razonar un texto. Soy competente  lector/a. ¿Qué ocurre entonces? ¿Qué sucede con la competencia literaria? ¿Por qué no  leen nuestros muchachos si a los chicos les encanta leer… y que les lean? Sí, no es  equívoca esa afirmación: Les encanta LEER y QUE LES LEAN. 

A estas alturas nadie duda del tremendo valor de la lectura, dado que los cerebros  lectores entienden mejor y por adelantado, procesan mejor las señales visuales, e incluso  razonan e integran mejor las sensaciones en el conocimiento personal. Todos estamos 

ya de acuerdo en la función de identificación antropológica de la lectura, y en que la  lectura en la infancia nos lleva hacia lo más definitorio del ser humano, a saber, lo  intuitivo y lo lógico, si bien es claro que el extremo esfuerzo de la lectura exige una  atención sostenida y solitaria que también puede llevar a la distracción, loo que no deja  de ser normal.  

Dicen que ya en mil novecientos noventa y cinco se vaticinó que internet global y las  innovaciones tecnológicas eran el fin de la educación. MacLuhan alegó la modificación  del yo moderno como Sócrates en su día rechazó la escritura alfabética por mortífera  para la memoria, aunque algunos como Cassany se reafirman en que leer es la llave del  conocimiento en la sociedad de la información, sea esta la fuente que sea. 

Dicen que la lectura es un gepeese emocional de la infancia que protege el cerebro. Yo  así lo creo. Personalmente, si algo atesoro con la violenta intensidad que marcan las  emociones en la infancia y adolescencia, son los tiempos de ardor y arrojo que  provocaron en mí los libros: pequeña voraz, insaciable de historias, las buscaba a todas  horas como se busca al mejor amigo, necesitada siempre de que la ficción pusiera a  salvo mi propia imperfección. Para ese amargo y solitario pasaje llevaba en la mochila  toda suerte de lecturas, indispensables ante toda calamidad. 

Y no me olvido de Damaso Alonso:< mis gustos tienen sus orillas en los géneros más  diversos, desdeñados por críticos exigentes y en círculos literarios selectos… Como  lector debo confesar que soy aficionado a leer aunque sean los papeles rotos de la  calle¿Por qué el arte y la literatura es tan solo lo que pasa por los finos filtros de  élite iniciada? Es difícil creer que solo se es hombre- en el sentido estético- cuando se  ve el mundo desde la preceptiva aristotélica o la disciplina universitaria…> 

Dicen que la lectura es un mito orientador. Oculto en la ficción y el sinsentido se  encuentran veladamente el recado y la guía, las migas de pan que nos conducen de  vuelta a la seguridad y al calor de la esperanza. Clásicos de la literatura, sí, pero los  auténticos y sin repulsar otras lecturas que, en perfecto revoltijo, son origen de la  fertilidad del intelecto, el que nos lleva de mano de la intuición hacía los hallazgos más  singulares de la creación, despabilando el pensamiento curioso y nos lleva a la  reflexión, la crítica, la abstracción, la meditación y el juicio. 

Libros, lecturas de todo corte, que inviten a seguir leyendo (ellos distinguirán lo bueno  más adelante). Libros para ayudar a formularse preguntas donde intentar salvar el drama  de la finitud y el miedo a lo desconocido.  

Dicen que leer es vital como experiencia. ¡Pero claro! Aunque no podemos olvidar que  leer es un acto muy particular, íntimo, voluntario, y que como proceso NO ACABA  JAMAS, (normal el retranqueo en ciertas etapas como la adolescente).  

Y porque de la emoción de lecturas he cubierto mi infancia, me pregunto si  verdaderamente los adultos mediadores nos damos cuenta de lo substancial y esencial  que es saber de las dificultades del acto lector, de la bondad de acompañar en las lecturas y que se lea en voz alta, regalando libros y animando a hacer biblioteca  personal… al tiempo que, no hay duda, se aprenden conceptos textuales, sin miedo a  abandonar el currículum ni el libro de texto.  

Libros al alcance en las aulas y entrometidos en las áreas. Libros para opinar, para  sentir, para discutir, para emocionarse, para que los presten, los pierdan, los ojeen  simplemente o los manchen. En mi experiencia docente he visitado centros con  maravillosas bibliotecas sin bibliotecarios, con estrictos horarios o al hado de  sacrificados voluntarios, bibliotecas cerradas a cal y canto y con impolutos libros en  armarios bajo llave... Que en política educativa todos estamos de acuerdo en la  importancia del Fomento y Animación a la Lectura, pero ¿no habría que revisar las  formas que obvian la parte holística, ajena a materias, para fijarse en la ración efusiva o  emocional que ha de darse a la lectura?  

Hablábamos más arriba de las dificultades inherentes al acto lector y a la competencia  literaria, pero hacer ambos tramos tan digeribles como apetecibles tiene su solución en  el contacto emocional con el lector/a, incluso al margen del valor del texto, y siempre  antes que con los contenidos institucionales y normativos, dándose el caso de que en la  sintonía profesor- alumno se da una gran estimulación del sistema sensorial en la  recogida de información y en la organización del cerebro. 

Palmario es que el fracaso lector, NUNCA ES RESPONSABILIDAD DEL NIÑO pues la tiene quien asume formar parte del sistema y de una institución educativa, tanto como  las familias, que tienen la suya propia.

Qué mejores raíces que una vida CIMENTADA DE HISTORIAS y LIBROS. ¿Qué  mejor legado dejaremos a nuestros alumnos y a nuestros hijos que la trasmisión  emocionada y cierta de LECTURA donde calmar la sed que demanda el espíritu? 

Porque todo es posible cuando leemos.  

Inadmisibles las inopias de las administraciones que deberían revisarse en una correcta  actualización científica y didáctica del profesorado y en Escuelas de Padres para los  adultos con formación de la psicología evolutiva y de los neuroeducadores, pues ya que  por el momento se desconoce cómo aprende el cerebro, (NO SE SABE!) no podemos  olvidar lo que sabemos: que los únicos ingredientes que avivan al educando son la  curiosidad, la atención, la memoria y la emoción. Remedios educativos de entre los  cuales uno resulta esencial por sobre todos en el proceso de aprendizaje, me refiero a  LA EMOCIÓN, ya que solo se aprende lo que tiene un significado personal. Sin  emoción no hay curiosidad, no hay atención, no hay aprendizaje ni memoria. 

Ramón y Cajal, Einstein, y tantos otros investigadores, innovadores, o creadores sabían  que solo los más impetuosos soñadores son capaces de saltarse las normas y poner patas  arriba lo correcto para fantasear y llegar al mundo de lo potencial y de lo probable pero  no de lo cierto. Y que solo en ese lugar plagado de utopías y contradicciones  encontraremos respuestas. Ahí es donde el hombre evoluciona y avanza, ahí queremos a  nuestros jóvenes, jugando a lo improbable, al absurdo, al dislate, arriesgando en el  pensamiento divergente y en el espacio reservado a la ilusión y la quimera.  

Porque la creatividad equivale a la exploración y al ensueño de transformar  incertidumbres, la más atolondrada creatividad frente al corsé de la forma… y es que si  nadie sabe cómo enseñar la creatividad al menos debemos instruir en su cultivo. Nuestra  responsabilidad es alimentarles de emocionada intuición, ya que el aprendizaje es en  parte intuitivo y corresponde a un proceso más complejo que el racional.  

Dejemos que fluyan las ideas con nuestro apoyo a la lectura vívida y a potenciar a los  que ven las cosas no como se las cuentan, reforzando que sean perspicaces y vivos,  niños y jóvenes audaces, aptos para poner en práctica estrategias novedosas,  disparatadas y satisfactorias en sus incertidumbres.  

¿Qué ocurre entonces con la Lectura en las aulas, y/o con el acto de crear? 

Posiblemente todavía seguimos los cauces encorsetados que algunos popes de lo culto  exigen, pese a que las cosas han cambiado. Cambiaron a partir de la primera mitad del  siglo veinte, que a nivel lingüístico fue rica en la realización de nuevas propuestas  pedagógicas como anteriormente lo fueron los movimientos de renovación pedagógica  que flexibilizaron los métodos, si bien, sigue existiendo una concepción tan  inalcanzable de la Literatura que impide a muchos docentes recrearla para enseñarla. 

El envite que nos proporciona tanto la docencia en competencia lingüística, como los  Talleres de Lectura y Escritura donde nos recreamos en la competencia literaria, se  centran en alegrarnos en nuestra oralidad, en la escucha, en la lectura compartida y en voz alta, en la mixtura y en la transformación y creación de la palabra en el proceso de  manipulación del texto. ¿Fichas con actividades sobre los libros leídos? No, gracias.  Hablamos para que el texto compartido, debatido, cobre nuevos valores, distintos significados, aunque solo sea porque cada uno somos individuos excelentes y singulares  con una visión propia del mundo. 

Palabras de un texto que leídas se convierten en instrumento de uso, la perfecta excusa  para su aplicación, el punto de arranque de la escritura desmitificando la OBRA superlativa y evitando los prejuicios de la seriedad literaria. Como apostilla Georges  Perec: “Preocupada únicamente por sus grandes mayúsculas (la Obra, el Estilo, la  Inspiración, el Genio, la Creación, etc, todo esto dicho con enormes mayúsculas), la  Historia Literaria parece ignorar deliberadamente LA LECTURA como iniciación y LA  ESCRITURA como práctica, como trabajo y como juego”. 

Lectura, Escritura y Arte tienen que ser mostrados, lo primero, conociendo bien las  dificultades y sus procesos, pero también con imaginación y sentido común. Lo cierto es  que, en las aulas, salvo numerosas y honrosas excepciones, la Lectura sigue siendo para  muchos un cronopio al margen que solo se tolera por obligación, lectura que, más que  una aliada, se considera un estorbo que abulta los contenidos de la programación e  impide el estudio de los conceptos gramaticales que cada vez aparecen con más  absurdas denominaciones en los libros de texto (al dictado de la editorial de turno). Para  ejercitar la literatura habría que aprender a desmelenarse y enseñarles a mostrarse  jocosos, surrealistas, simbolistas, formales y tiernos. Observemos a “poetas” como  Rodari, Tonucci, Cortazar, Vian, Tomeo, Kafka, Queneau, Monterroso, Carrol, Dhal, y 

tantos otros. Ellos son sanos ejemplos de cómo deshacer la literatura y jugarla, lo que  Jhon Huizinga llamaba el homo ludens, lo llevamos impreso en nuestra naturaleza. 

Se trata de inventar una enseñanza de carácter abiertao y un método no dogmático, pero  donde se justiprecie la empatía y el denostado principio de autoridad, impulsando la autoestima como origen del proceso de aprendizaje, del gusto por la lectura y la  creación propia, la atenta escucha que implica el respeto al otro, el trabajo individual y  en equipo, el discernimiento, la mejora de la ortofonía y la ortografía, la crítica  argumentada, el hecho de que la educación sea cooperativa y no competitiva, que  evaluar consista en medir el progreso de las personas, que el éxito sea cualidad  específica de la creatividad y lo emocional más allá de coeficientes y cifras, y lo que  resulta aún más insólito: que el alumno reciba con agrado al profesor… que quiera venir  a un taller que habla de libros un viernes por la tarde, después de una semana de trabajo  agotador. 

Dicen de la institución que los políticos deberían dedicarse a salir de sus despachos para  lograr acertadas reformas educativas que ayuden al profesorado a entrar en las aulas  más lúcidos, y a los alumnos a encontrar el modelo de talentos libres, con más libros. Emocionarse. Crear. Jugar. Amar. 

De semejantes observaciones sobre la lectura y lo que entiendo que ocurre tanto en las  aulas como en el sistema educativo actual, desearía compartir con ustedes la prueba más  palpable de que a los chicos les gusta LEER Y QUE LES LEAN. Este contar incluye la  realización de un taller que se viene realizando en la Fundación Las Claras de  Cajamurcia, en el centro de la ciudad de Murcia, en el sureste de España, el Taller de  Lectura, Escritura y Arte EL CLUB DE LA COMETA, que acometemos dos trimestres  al año, todos los viernes de 18, 30 a 20, 30 h, con un aforo completo de 50 niños y  niñas de edades que abarcan de los 8 a los 13 años; con ellos cada tarde, tras la intensa  semana escolar, se nos acercan a mostrar sus preferencias artísticas, su pasión o su  disgusto por la música, las matemáticas, los dinosaurios, la Edad Media, el futbol, los  mitos, la ciencia, los monstruos, los animales etc, sin olvidarnos de leer, charlar,  escribir, hacer presentación de sus problemas, sus aficiones, el intercambio de libros, dibujos, ilustraciones, su música favorita… y sus propios escritos. 

Una rica e interesante experiencia que a nosotros mismos no deja de sorprendernos, por el éxito y permanencia temporal del taller multidisciplinar de lectura, escritura y arte 

que prioriza la inteligencia emocional y la intuición, en alegre ateneo y trueque de  genios, libros y sentires, a cobijo de toda dificultad del leer, sin menosprecio de géneros  o tecnologías; de contenido teórico práctico y actividades destinadas a la mejora del  compendio de habilidades lingüísticas atravesadas por las artes.  

La directora, ejecutora y coordinadora del taller, Marisa López Soria realiza actividades  en la Fundación desde el año 2003. Y hete aquí un breve historial, sin soltar el hilo de la  cometa: 

Empezamos a trabajar con la Fundación CajaMurcia desde el Centro de Profesores y  Recursos Murcia II y continuamos de forma individual con, Leer a los clásicos desde la  infancia, 2005, Andersen para docentes e Importancia de la LIJ en la literatura de  Carmen Conde, y en 2006, Taller El Club de los Libros Secretos. Y el definitivo, Taller  de Lectura y Escritura, El Club de la Cometa, hasta fecha de hoy. En 2015. PRIMER  HITO. Características del Taller La Cometa. Congreso Leer el siglo XXI, La Habana.  Cuba. 2017. HITO DOS. Encuentro en Ministerio de Educación Cultura y Deportes  con Responsables de Educación y Cultura para la concesión del logo para nuestro taller/  LEER TE DA VIDAS EXTRA que nos parece perfecto y luce como distintivo en el  díptico hasta el año 2020 con el cambio ministerial. En 2019 conmemoración simbólica,  10 años de creación del Taller, Mesa Redonda, Leer en Familia. OEPLI. Consejo  General del Libro, con entrega de diplomas a ex alumnos mayores de 13 años.  

A partir de ese momento es reseñable el efecto multiplicador del taller en época estival:  Taller de Poesía. Museo R. Gaya. Taller Intergaláctico. Museo Ciencia y Agua. Club de  la Ola. Fundación CajaMurcia. Águilas. Mar de Letra Chica. Ayto. Cartagena hasta el  año 2024. 

2020/ Pandemia 

2021. Taller Virtual y OTROS. Vuelve La Cometa en 2023 hasta hoy.  

En fin, entiendo que no queda claro qué es, qué sucede en el Taller de Lectura, Escritura  y Artes, hoy, en el año 20025. 

Pero es que, queda dicho, hay cosas que no se pueden explicar. Esto sí puedo adelantar,  no se trata de la magia que yo hago, se trata de la magia que ellos hacen y allí sucede.

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Invitados estáis.  

(Al fondo del aula siempre hay algún maestro, algún curioso, algún padre que nos pide  permiso para venir a escudriñar alguna de las sesiones. No hay problema. Solo pido que  observen en silencio e intenten hacerse invisibles).  

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