Clase de Lengua y Literatura El chabacano, por Santiago Delgado
Pues en Filipinas, aquellas lejanas islas donde ondeó la bandera española, hasta el 98, aún hablan un resto de español, por alguna parte. Exactamente en el sur del prolijo archipiélago. La provincia o territorio se llama Zamboanga. Está en la Isla de Mindanao. Nombres ambos de rancia solera tagala. Bien, los nativos de allí gustaron de incorporar numerosas frases, palabras y expresiones, dentro de su dialecto tágalo. El tágalo es una constelación de hablares, difícilmente reducible a un concepto idiomático. Si no hubieran sido españolas, hoy las Filipinas serían un caos al modo balcánico, pero más exagerado. Cogieron mentalidad de país porque España les dio estructura virreinal.
Bien, nos fuimos los españoles. Y los norteamericanos, algunos los llamaron usacos, arrasaron todo lo español, empezando por el idioma. Pero en Zamboanga, no. No se dejaron. Conservaron la ardua sintaxis de su habla, y le incorporaron, a modo de engastados diamantes o perlas, los hispanismos antecitados. Llegaron luego los japoneses, con su odio racial e imperialista, y secundaron con fruición la triste labor antihispana de los gringos. Pero, ya digo, en Zamboanga, no.
Los españoles llamaron chabacano al habla de los filipinos aquellos. Que tomaban del español lo que les daba la gana, claro. Chabacano, la palabra, lleva tres partes: 1. Chaba, que viene de chavo, y chavo viene de octavo: la moneda más pequeña que en algún tiempo hubo. 2. Ano; ésta es terminación conocida: conforma palabras en español como murciano o segoviano. 3. La “c” intermedia es lo que se llama un interfijo; esto es, una necesidad puramente fonética, que sirve para unir partes de difícil pronunciación o que procuran una mejor pronunciación.
Los indígenas felices aquellos aceptaron esa denominación, ciertamente algo despreciativa. Y la enarbolan felices. Hay teles y radios en chabacano. Y no aceptan cambios, ni componendas: ellos hablan chabacano, un idioma criollo, orgulloso de serlo.
Así que, cuando vayan por allí, saluden a este resto de hispanidad que aún perdura.
Es todo, recojan sus cosas, y salgan, Feliz recreo.
¡Fenomenal, Santiago! Me gusta mucho que nos transmitas tanta información sobre el lenguje.
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