PUNTO DE FUGA, Lo esencial es invisible a los ojos, por Charo Guarino



Una de las satisfacciones que me proporciona la escritura es poder tocar el corazón de otras personas, que puntualmente pueden sentirse conmovidas con lo que en algún momento haya escrito, algo que ocurre especialmente cuando uno se identifica con aquello que lee porque siente que le concierne. La Fundación ONCE me ha hecho en dos ocasiones el regalo de hacer accesible a discapacitados visuales dos obras mías: hace unos años el poemario Los márgenes del tiempo (MurciaLibro 2019) y este año Vuelo de Palabras (Áurea Clásicos, 2021) —con atinado diseño gráfico de José Luis Montero, que desafortunadamente en el ejemplar en Braille es complicado recrear.


Raquel Hernández, afiliada de la ONCE en Murcia ha ejercido generosamente de intermediaria para que haya llegado a buen puerto la singular traducción que permite apropiarse de las palabras escritas a través del tacto a invidentes que dominan la lectura en Braille, y que presenté en su Biblioteca el pasado día once de diciembre. Fue un fastidio que, habiendo sido la artífice, no pudiera acompañarme debido a una intervención de cataratas, de la que confío pronto esté completamente recuperada. 


Fueron precisamente las cataratas las que me llevaron hasta la ONCE en 2001. Más de una vez he hablado sobre mi deuda de gratitud para con la delegación territorial de la ONCE en Murcia, con la que entré en contacto cuando al poco de nacer diagnosticaron a mi hija Irene una catarata congénita en el ojo izquierdo, de la que fue operada entonces, aunque no fue hasta el año pasado cuando le implantaron la lente intraocular que suplía al cristalino extirpado hacía 22 años.








Fueron aquellos momentos de angustia, en los que la ONCE me atendió con amabilidad, me ofreció útiles consejos y me puso en contacto con una pareja de Alhama, padres de una niña de corta edad que se encontraba en las mismas circunstancias que la mía. 


El mes pasado un mensaje de una desconocida en Messenger, Guadalupe Jerónimo, me hacía revivir aquella época. Era una madre de Texcoco, México, que me expresaba su preocupación porque a su hija de tres años le acababan de dar idéntico diagnóstico, y ella estaba hecha un mar de dudas y necesitaba compartir su aflicción y buscar quien la orientara o le arrojara un poco de luz. Hemos hablado desde entonces varias veces por teléfono, y algo parece haberse tranquilizado. Me hago cargo, porque lo he vivido en primera persona, de lo difícil que resulta asumir la realidad y tomar la decisión adecuada sin atormentarse por las posibles causas y, sobre todo, por las consecuencias de la limitación visual de una hija.


En mis experiencias como voluntaria con la ONCE en Murcia, además de con Raquel Hernández, o con Lourdes, la actual responsable de su biblioteca, he tenido relación con Feli Pretel Mondéjar, que fuera coordinadora de los clubes de lectura y de la unidad de adaptación documental de ONCE durante años. Cuando PALIN, la asociación de escritores y artistas de la región de Murcia, con su Presidente, el fallecido Asensio Piqueras a la cabeza, organizó en 2018 la muestra artística "Lenguajes con alma" en la sala de exposiciones de la BRMU de manera paralela a la Feria del Libro en Murcia,  tuve ocasión de participar en una visita guiada para la ONCE, y me sorprendió que aunque la mayoría no podía verla pudieron leer en Braille los textos del catálogo, mientras algunos de los participantes les explicábamos lo que habíamos querido expresar en nuestras obras y tratábamos de que se hicieran una idea lo más completa posible. La obra estrella para mí fue sin duda la de Domingo Martínez, "Un libro para Hamed", donde un personaje ciego leía en Braille el libro que llevaba en el regazo, iluminado por la luz que no le servía para ver, ciertamente, pero que destacaba su rincón de lectura y el objeto protagonista, el libro.


El miércoles hablé a los participantes en el club de lectura de mi hija, que es hoy una belleza de ojos heterócromos, estudiante de Medicina en su último curso de carrera. No les conté que hace cerca de veinticuatro años un conocido oftalmólogo de Murcia me dijo que mi hija se quedaría ciega sin remedio, pero sí que ante la evidencia de su problema de visión en la ONCE me dieron el apoyo emocional necesario y me orientaron para que no cayera en un pozo. “El pozo de Arán”, un tema de Carlos Núñez, fue un símbolo de esperanza para mí en mi odisea particular. El IMO de Barcelona, donde intervinieron a Irene a dos días de cumplir dos meses de edad, fue otro lugar en el que encontré humanidad y empatía. 

En la ONCE he disertado en otras ocasiones sobre "Invidencia y clarividencia en la Mitología griega" ante un público atento y respetuoso, les he hablado del origen de algunas palabras, y les he recitado poemas, como el que cierra el libro que he dedicado a mi madre, La última primavera (MurciaLibro 2024), “La primavera ha vuelto”, en el que rememoro aquellos momentos complicados en que fue para mí un auténtico pilar:


La primavera ha vuelto, madre mía, 

renovando si cabe
la sensación constante
e insoportable a veces de tu ausencia. 

Tal vez tú ya lo sepas,
pero yo te lo digo por si acaso:
ha traído con ella
la luz al ojo izquierdo de tu nieta.

¿Recuerdas esa angustia
que compartí contigo
cuando advertí el reflejo de una nube

que oscureció de pronto mi alegría?

Fue un eclipse fugaz
porque tú estabas
para apoyar mis miedos
y compartir conmigo las angustias

que la vida conlleva,
para plantarle cara al infortunio
y llorar si es preciso
cuando las fuerzas fallan.
Hoy te brindo por fin
esta alegre noticia,
disipada en el viento perfumado
de este marzo que vuelve
para cerrar un círculo
iniciando una nueva primavera.



En una de las llamadas de Guadalupe, la madre de la pequeña Emma, que en breve pasará por quirófano para procurar que su visión sea todo lo buena que pueda ser, escuché de fondo cómo la abuela le decía que no me importunara con sus cuitas. Después me ha escrito varias veces pidiéndome perdón por las molestias y rogándome que rece por su niña, como si mis oraciones pudieran servir de intercesión ante una voluntad superior y magnánima. Me conmueve que así lo sienta. Ojalá haya encontrado en su entorno palabras de esperanza que alejen su natural preocupación, y también aquí, a tantos kilómetros de distancia, las mías se le antojen tranquilizadoras y lleven a su espíritu paz y consuelo.



Ilustración: Marcapáginas confeccionado por la sobrina de Raquel Hernández, Marta (@dospinceladas), joven artista de extraordinario talento, que recrea un conocido fragmento de la célebre novela de Antoine de Saint-Exupéry El principito.  



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