LOS SONIDOS Y EL TIEMPO, Se ha escrito un crimen, por Gabriel Lauret
Los músicos solemos considerar las partituras como una verdad sagrada escrita por el compositor, iluminado por Dios y, por tanto, a su luz, perfectas e infalibles. La realidad, cuando tienes la costumbre de estudiarlas y de tratar incluso con manuscritos, es que hay mucho que interpretar, nunca mejor dicho, de las intenciones del autor vertidas en ellas. Y al igual que Dios no ilumina por igual a todas las criaturas, tampoco lo hace con todos los compositores. Porque los hay geniales, buenos, claramente mediocres y hasta rematadamente malos. Aún así, no conozco ninguno que haya merecido la muerte por componer mal, aunque algunos sí que han sido asesinados por otros motivos. Entre ellos, Alessandro Stradella, uno de los más grandes compositores italianos del periodo medio del Barroco, hoy en día eclipsados por la generación de Corelli, Vivaldi, Bach o Händel, que cerró esa época. Sin embargo Stradella no ha pasado a la historia tanto por su indudable calidad musical como por su agitada vida personal.
Stradella nació en 1643 en Bolonia, de una familia que provenía de Nepi, donde se estableció poco después. Su padre era miembro de una prestigiosa orden militar. A su muerte, temprana, sus hijos se convirtieron en pajes del duque Lante Della Rovere en Roma. La formación musical de Stradella tuvo que realizarse allí, aunque desconocemos quiénes fueron sus maestros. Cuando contaba 24 años ya gozaba de cierta notoriedad, porque recibió un encargo importante de escribir un oratorio para la Cuaresma. Provenir de una familia de la nobleza le permitió recibir encargos de miembros de las mejores familias italianas (Chigi, Aldobrandini, Colonna, Pamphili, Doria), e incluso de la reina Cristina de Suecia, que residía en Roma tras su abdicación. Además de obras completas también escribió prólogos e intermedios para óperas de otros autores anteriores, y también actuaba como cantante en conciertos y representaciones. Como el pago no siempre era rápido, tuvo dificultades financieras, y se vio envuelto en negocios no siempre limpios. En 1669 tuvo que huir unos meses de Roma por un escándalo de malversación de fondos de la Iglesia. Pronto volvió a meterse en líos: con la ayuda del castrato Giovanni Vulpio intentó estafar a un familiar del cardenal Cybo, nada menos que el Secretario de Estado del Papa Inocencio XI, casándolo con una mujer de bajo rango. Stradella fue juzgado pero sus contactos permitieron su liberación aunque, por sus continuas aventuras con las mujeres, hijas y amantes de algunos de los hombres más poderosos de la ciudad, tuvo que abandonar Roma para siempre.
En enero de 1677 llegó a Venecia, donde fue contratado por el noble Alvise Contarini para dar clases de canto a su amante, Agnese van Uffel. Con el historial de Stradella comprenderán la temeridad y sus consecuencias. Alessandro y Agnese huyeron en junio a Turín, donde fueron protegidos pero obligados a vivir separados en dos conventos. Contarini presionó para que Agnese se retirara a la vida de clausura o se casara con Stradella. El 10 de octubre la situación se precipitó bruscamente: mientras regresaba de una visita a su amada, Stradella fue atacado por dos sicarios, que lo dieron por muerto. Aunque hay versiones de que los amantes contrajeron matrimonio, lo cierto es que Agnese Uffel desapareció de la vida de Stradella, que a principios de 1678 ya se encontraba en Génova. Trabajó en el teatro Falcone, dirigiendo la orquesta, como compositor y como empresario. Siguió recibiendo encargos de otras ciudades como el oratorio La Susanna, estrenado en Módena, o el drama Il Moro per amore a petición de Flavio Orsini en Roma. Una curiosidad que tuvo un enorme éxito fue la serenata Il barcheggio, que fue interpretada en el mar ante un público de nobles repartidos en distintas embarcaciones. Todo le iba bien a Stradella hasta el 25 de febrero de 1682, cuando fue asesinado en una emboscada nocturna en la Piazza Banchi de Génova, quizás por orden del noble Giovan Battista Lomellini, que sospechaba que tenía una relación con su hermana, a la que le daba lecciones de música.
Como habrán observado, la historia de Stradella ya de sí da para una novela. Su contemporáneo Pierre Michon Bourdelot escribió una biografía con numerosas falsedades que incluyó su sobrino Pierre Bonnet en su Histoire de la musique et de ses effets. Esta fue la base para el argumento de varias óperas del segundo tercio del siglo XIX, a las que pusieron música Marchi (1835), Flotow (1844), Moscuzza (1850) o Sinico (1863). A principios del siglo XX, Rupert Hughes lo incluyó su libro Amoríos de grandes músicos, que sirvió de base a Marion Crawford para una novela que se hizo muy popular, Stradella: una vieja historia italiana de amor.
Estas historias no deben hacernos olvidar que Stradella fue, por méritos propios, un enorme compositor. Su origen noble le permitió no tener que estar ligado a ningún patrón. Cultivó todos los géneros, con un total de 309 obras: además de siete óperas y seis oratorios, 174 cantatas y serenatas. También compuso 27 piezas instrumentales, principalmente para cuerda y bajo continuo, generalmente en forma de sonate da chiesa (sonatas de iglesia). La mayor contribución de Stradella al desarrollo de la música instrumental es el concerto grosso, aunque nunca lo llamara por este nombre, que utilizarían posteriormente otros compositores. Lo empleó primero como acompañamiento de la música vocal, luego en las oberturas de obras vocales y finalmente como composiciones instrumentales independientes.
Tras su asesinato, Stradella fue enterrado en la iglesia de Santa Maria delle Vigne, como demostración de que era un personaje muy respetado en la ciudad.
Lomellini y sus hermanos fueron detenidos por el crimen y algunos músicos fueron desterrados como castigo por su posible implicación, pero tuvieron que ser liberados y la investigación finalmente se cerró por falta de pruebas.
Ejemplos musicales:
Alessandro Stradella: Sinfonia (obertura) de La forza delle stelle.
Orquesta La forza delle stelle. Directora: Alice M. Chuaqui Baldwin.
Alessandro Stradella. Sonate di viole
Orchestra Barocca della Civica Scuola di Musica di Milano. Director: Enrico Gatti
Alessandro Stradella Libretto de Giovanni Battista Giardini. La Susanna
Sarah Coffman, Susanna
Anna O’Connell, Daniele
Daniel Fridley, Giudice I
Nathan Dougherty, Giudice II
Susan McClary, Testo
Baroque Chamber Ensembles (directora:Julie Andrijeski)
Charles Weaver, Tiorba
Early Music Singers. (directora: Elena Mullins)
Directora: Susan McClary
No conocía al personaje, pero ya lo creo que sus andares dan para una novela.
ResponderEliminarCésar