Madeja, poema de Concha Lavella

 





Madeja 

Yo no he sido cumbre 

de la madeja nací 

Yo no fui la que vence a la aurora y diseña las horas para alcanzar la gloria. 

Yo soy hojita seca que al pasar dejas 

un día olvidas. 

Es costumbre de navegantes no mirar la tierra. 

Sin embargo, un día los mirarán a ellos con sus trajes de no decir nada 

y sin nada que decir dirán. 

Entonces las hojitas secas se habrán hecho amigas de los que cuentan historias de dormirse pronto siendo alegres y caminarán entre sueños para hacerse cosquillas en el alma, recordar los juegos de ser y seguir siendo felices. 

Entonces subirán a cuestas a la criatura del porvenir para que todos sepan 

que sabía una canción que cantaba mientras cocinaba su dolor con habichuelas de colores y anises en los bolsillos. 

Guardaba el secreto de los cubiertos antes de salir a la mesa 

de los vasos para quitar la sed 

de una golondrina en el tejado para mirar primaveras. 



Nota de la autora:  

Esto ocurría mientras los obreros de la Fábrica de Barceló hacían jabón de escamas y Licor 45. 

No teníamos nada para hacer una buena comida mientras las cosas del pueblo se iban 

haciendo al compás de cada día en las casas y las mujeres que estaban criando no podían vestirse con modelos de costura de moda


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