LOS SONIDOS Y EL TIEMPO. Adagio Karajan y el mito del Maestro, por Gabriel Lauret







Me he permitido formar el título de este artículo con los nombres de dos obras relacionadas con el director de orquesta austriaco Herbert von Karajan: el de su disco más vendido y el de un libro de uno de los críticos más mordaces sobre su figura, el británico Norman Lebrecht.


Herbert von Karajan fue, sin la menor duda, un director de orquesta genial y también uno de los personajes más influyentes en el mundo de la llamada música clásica. De hecho, cambió el sistema del negocio musical, procurando que fuera siempre en su propio beneficio.


Nacido en 1908 en Salzburgo (al igual que W. A. Mozart) tuvo siempre una extraordinaria habilidad para estar en el sitio correcto y en el momento adecuado. Sólo de esta manera se puede entender que, después de militar en el partido nacionalsocialista durante los años treinta, su periodo de depuración fuera mínimo y, tras la muerte de Fürtwängler, consiguiera en 1956 la titularidad de la Filarmónica de Berlín. 


Compaginó cargos simultáneamente en los dos grandes focos musicales centroeuropeos: además de trabajar en Berlín, fue director en Viena de su orquesta sinfónica y de la Ópera, por lo que tuvo una relación estrechísima también con la Filarmónica de esta ciudad. Hay que recordar que la Filarmónica de Viena es una asociación integrada por miembros, no todos, de la orquesta de la ópera. Además, fundó en su ciudad natal un segundo festival para llevar a la Filarmónica de Berlín, el de Pascua, convirtiéndola en un centro de peregrinaje para grandes fortunas que hacían desembolsos escandalosos por asistir a conciertos y representaciones de ópera. Indudablemente, fue en Berlín donde desarrolló su asociación mas importante, casi simbiótica, que se prolongó durante 35 años, ya que fue designado director vitalicio. Fue el responsable de la construcción de la Philarmonie del arquitecto Hans Scharoun, una casa a la altura del prestigio de la orquesta, a la que la guerra y la división por sectores de la ciudad había dejado sin sede.



Herbert von Karajan (1908-1989)




Las grabaciones se multiplicaron por cientos, especialmente con Deutsche Grammophon, pero también con Emi y con Sony, sobre todo con la llegada del vídeo de alta definición. Supo aprovechar las novedades tecnológicas no sólo para mejorar la calidad de las grabaciones, sino como un medio para justificar nuevas versiones de las mismas obras. Se convirtió en el director total, que todo lo controlaba. Podía ser director de escena en la ópera y realizador en las grabaciones televisivas, donde colocaba a la orquesta para favorecer efectos visuales espectaculares. Ideó un sistema  para que el espectador tuviera la impresión de estar dirigiendo a la orquesta por medio de un arnés que sujetaba la cámara en su pecho. Era característica su pose, generalmente con los ojos cerrados. Su figura era omnipresente. Resulta muy chocante que en la grabación en vídeo del Concierto para piano nº1 de Chaikovsky, con Alexis Weissenberg como solista, siempre se ve a Karajan, hasta en las cadencias en las que el piano toca solo.


Hasta ahora no he hablado realmente de música. 


Karajan era un director con un repertorio enorme, desde el Barroco hasta el siglo XX, en concierto y en ópera, pero eludiendo en la práctica a sus contemporáneos. Se le considera un gran intérprete del periodo romántico y de esta forma, desgraciadamente, interpretaba casi toda la música que abordaba, en las antípodas de un historicismo musical en el que ya entonces destacaban músicos de una enorme calidad (Hartnoncourt, Leonhardt o Brüggen). Y con esto podemos hablar del sonido Karajan, un sonido especialmente cuidado, sin aristas, con un fraseo excepcionalmente primoroso, que encontró en los músicos berlineses a los artífices perfectos para su ejecución. A pesar de eso, sus últimos años con la orquesta fueron bastante turbulentos. Karajan falleció en julio de 1989, solo unos meses después de renunciar a la titularidad.


Con su muerte comienza la historia de Adagio Karajan, un refrito de grabaciones prescindibles de movimientos lentos realizadas a lo largo de los años que, como suele ser habitual, nuevamente en el momento adecuado, poco después de su muerte, y con una buena campaña de publicidad, se convirtió en un éxito de ventas sin precedentes.


Baste recordar que, en las encuestas que se hacían por aquel entonces sobre cultura musical, el compositor más conocido del momento era, como pueden fácilmente adivinar, Adagio Karajan.





Ilustración musical:
A. Dvorak. Sinfonía nº 9 en mi menor, “del Nuevo Mundo”

Orquesta Filarmónica de Berlín
Director: Herbert von Karajan
(Grabación de 1966)









Comentarios

  1. Qué maravilla aprender cosas nuevas. Gracias Gabi!!

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  2. Sin duda, Karajan fue uno de los grandes. Aunque declaro humildemente que cuando comencé a descubrir la "música clásica" era más fan de George Solty y Karl Bohm.

    César.

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  3. Sin duda, sus padres acertaron al ponerle de nombre Adagio.

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