EL VERDE GABÁN: La peripecia post mortem de Don Jerónimo de Ayanz, por Santiago Delgado


Jerónimo de Ayanz fue una gloria nacional española del XVI. Era navarro, y fue héroe de guerra, dado por muerto en el campo de batalla, e inventor. Entre ambas cosas vivió en Murcia doce años, casado con Luisa Dávalos, nobleza de rancio abolengo murciana. Como inventor fue un auténtico adelantado a su tiempo. Conoció la fuerza tractora del vapor de agua, la presión atmosférica y sus ideas fueron fundamentales para reactivar las minas de plata de Potosí, en Perú. Murió en Madrid, en 1613. De allí, su cuerpo estuvo de paso en la Capilla de San José, esquina de Serrano con Alcalá. Y luego, hasta Murcia, todo ordenado en su testamento y con su mujer, la murciana Dávalos, de albacea. Llegó a Murcia, y se depositó su cadáver en el convento de San Antonio, en la calle del mismo nombre. De allí a la catedral. La Capilla de los Dávalos es hoy Capilla de la Virgen del Socorro, con una obra imponente del primer Salzillo.

Hasta aquí se acaba cuanto dicen libros de sus restos. Pero en mi aviso, la cosa no finaliza aquí. En algún momento del XVII, los Dávalos enajenan la capilla, a favor de la Cofradía de la Virgen del Socorro. Por fin, son los canónigos de la Catedral los que encargan la imagen a Salzillo. 



Fte: Eulogia Merle


Es de suponer que cuando la Capilla deja de ser patrimonio familiar, los restos enterrados se exhumen. Nadie incluye a sus muertos en venta alguna. El destino de todos los cuerpos trasladados en la Catedral es la Plana; o sea el crucero, entre el coro y el presbiterio. No hay lápidas en el crucero, para nadie. Es muy posible que cuando esto pasa, nadie se acuerde ya de Ayanz. Fernando VI ordena sacar los enterramientos de las criptas e inhumarlos bien sellados en los cruceros. Carlos III prohíbe directamente los enterramientos en templos.

Pero, esté o no en la Capilla de los Dávalos/Virgen de los Remedios, lo que es indignante es que no haya placa en la catedral para este prohombre español, navarro y murciano, que se adelantó 150 años a la época del cientifismo positivista europeo.

Vale.

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